Blue MarblePublicado en la revista The Nation abril 22, 2014, bajo el título, “Earth Day’s Founding Father”. Traducido con autorización especial. Por Katrina vanden Heuvel.

Katrina vanden Heuvel
Katrina vanden Heuvel

Gaylord Nelson había sido senador demócrata por Wisconsin durante seis años cuando en 1969 desarrolló la idea para el Día de la Tierra. Originalmente concebido como un “Día nacional de concientización sobre la crisis del medio ambiente” en los colegios y universidades de todo el país, se seleccionó el 22 de abril 1970 para realizar la primera celebración ya que convenientemente caía entre el final de las vacaciones de primavera y el inicio de los exámenes finales en la mayoría de los planteles.

El impulso para crear tal evento vino a Nelson ya que como estudiante, político y activista, él había mantenido los ojos abiertos. Una vez describió los resultados de la explotación de la madera en el norte de Wisconsin, su estado natal, escribiendo que los madereros habían entrado al bosque de pino blanco y “limpiado en un abrir y cerrar de ojos de la historia y dejado atrás cincuenta años de angustia y ruina económica”. Como gobernador de Wisconsin entre 1959 y 1963, Nelson vio municipios duchar a sus residentes con DDT. Al llegar al Senado en 1963, escribió al presidente Kennedy, “No hay ningún problema interno más importante a largo plazo para EUA que la conservación y el uso adecuado de nuestros recursos naturales, incluyendo el agua dulce, el aire limpio, el suelo cultivable, los bosques, las áreas vírgenes, el hábitat para la vida silvestre, los minerales y los espacios recreacionales”.

Gaylord Nelson
Gaylord Nelson

Cabe destacar tres áreas del activismo de Nelson. En primer lugar, y quizás lo más importante, Nelson tenía realmente un entorno por el cual luchar. Es decir, él tuvo la oportunidad de disfrutar la majestuosidad virgen de lugares como el Bosque del Norte antes de que los camiones madereros llegarán allí. (Hoy día, los activistas más jóvenes deben buscar en Google un Golfo de México previo a Deepwater Horizon). Pero Nelson tuvo frente a sí, en marcado contraste, el “antes” y “después” de la degradación ambiental. A medida que el presente ataque contra el medio ambiente continúe a este ritmo, corremos el riesgo de perder todo sentido sobre cómo “fueron las cosas”, algo que engendra el cinismo, la apatía y la destrucción adicional. En todo el país — por ejemplo en áreas peladas por la radiación coo Hanford Site en el estado de Washington — estamos encontrando más y más situaciones en las que lo mejor que podemos esperar es algo “ni tan peor” — e incluso esa norma se está deslizando hacia “menos catastrófica” o “no letal”.

En segundo lugar, existían las herramientas mediáticas para el activismo de Nelson. Es decir, los escritores escribieron; los activistas protagonizaron acciones; y medios progresistas fuertes se aseguraron de que el público estadounidense se informara. Durante su tiempo en la política estatal — inicialmente durante sus tres mandatos como senador del estado y luego como gobernador — Nelson se inspiró por el escritor y activista Aldo Leopold, a quien conoció y cuya obra Sad CountyAlmanac (1949), hasta el presente parte del canon junto con Silent Spring de Rachel Carson (1962), motivó sus iniciativas de conservación. Él desarrolló la idea para el Día Nacional de Concientización sobre la crisis de Medio Ambiente, después de leer un artículo en la revista Ramparts acerca de los avances que estaban teniendo los “Teach-Ins” contra la guerra de Vietnam, un ejemplo de la importancia de las ideas que los medios progresistas (como The Nation) puede engendrar , siempre que tenga una voz clara y una audiencia comprometida. Las ideas progresistas florecen en presencia de otras ideas; la polinización cruzada, como una la idea de Nelson para aplicar técnicas del movimiento contra la guerra para el medio ambiente, es necesaria para garantizar una continua evolución del pensamiento y el diálogo.

Y finalmente, Nelson reconoció el poder que tenía como Senador de EUA. Él, después de todo, formaba parte del club más exclusivo de América, y usó su poder para potenciar la fuerza del gobierno federal en pro de ello. Como lo demuestra la legislación que patrocinó — incluyendo la creación de un sistema nacional de rutas de senderismo y la Ley de Áreas Silvestres de 1964 — Nelson concebió al gobierno de EUA, como un facilitador de — por falta de mejor palabra — la búsqueda de la felicidad prometida en la Declaración de la Independencia. Cuando se trata de salvar el medio ambiente, no bastan las agallas y el intelecto de un puñado de protagonistas motivados. Nelson reconoció que sólo el gobierno federal tenía los medios para crear un verdadero marco nacional para la conservación; esto no era algo que se podrían lograr con buen financiamiento de la empresa privada (que carecían de la motivación) o activismo bien intencionado activismo (que carecían de la financiación ). A diferencia de la actitud de que el gobierno es el  problema que hoy comparten muchos legisladores, Nelson vio con razón que, al menos en este caso, el gobierno era de los pocos actores capaces de crear una solución.

Artículo en inglés