Doble personalidad de TrumpEl sábado 18 de febrero en la tarde, en un hangar en el aeropuerto en Melbourne, en la Florida, con el avión presidencial justo al lado, el presidente Donald J. Trump habló ante unos 9,000 partidarios emocionados.

Su lenguaje corporal fue idéntico al del Donald Trump que ganó la larga campaña presidencial — primero dentro de su partido, los republicanos, y luego en la elección general.

Energético, desafiante, divertido, sin grandes momentos de oratoria pero ante un público visiblemente agradecido por tenerlo en su medio, Trump denunció a los medios, atacó a sus enemigos, enumeró sus logros hasta el momento, aseguró que tiene todo bajo control no obstante el “desastre que heredé”, mintió en repetidas ocasiones, y se comprometió a seguir adelante. Hasta recuperar la grandeza de antaño para EUA, protegiéndola de sus múltiples enemigos, generando empleos y prosperidad.

Pero ese no fue el mismo presidente que habían visto EUA y el mundo dos días antes, en la Casa Blanca, en una conferencia de prensa anunciada en último momento, de 77 minutos de duración. Allí, sin mucha energía y sin enfoque, en un tono agrio denunció a los medios, atacó a sus enemigos, enumeró sus logros hasta el momento, aseguró que tiene todo bajo control no obstante el “desastre que heredé”, mintió en repetidas ocasiones, y se comprometió a seguir adelante. Hasta recuperar la grandeza de antaño para EUA, protegiéndola de sus múltiples enemigos, generando empleos y prosperidad.

Con la única diferencia de que en la conferencia de prensa (día miércoles) el presidente respondió a algunas preguntas de los medios, en ambos eventos el presidente dijo básicamente lo mismo. Casi palabra por palabra.

Pero las apariencias fueron diamétricamente diferentes, de juzgar por el tono y el estilo.

En la conferencia de prensa, se vio un hombre molesto, irritable, casi agobiado por un cargo que parece quedarle algo grande para sus capacidades — donde parecería que su principal actividad ha sido apagar incendios. El del hangar fue un líder, vigoroso, seguro de sí mismo y de las capacidades de su equipo.

Estos dos Donald Trumps — aquél en apuros por las exigencias de la presidencia y el dirigente de un movimiento — representan la doble realidad que se vive en EUA.

La oposición de base — la gente que ha organizado en contra de las deportaciones, las prohibiciones, los ataques a los derechos reproductivos de las mujeres, las nominaciones de milmillonarios al gabinete, quienes han asistido a las reuniones públicas de los representantes — ve en Trump un líder que encabeza un movimiento para borrar muchos beneficios. En ese sentido coinciden 100% con los partidarios de Trump. La estrategia de la oposición es parar a Trump en las calles.

La oposición del establishment, por el otro lado, ve a un personaje remando contra la corriente en un alcantarillado, artífice de su propia miseria, y casi completamente paralizado por la mala implementación de sus políticas, y a quien pueden controlar en los tribunales y con investigaciones ad nauseum en el parlamento — ya sea sobre la relación con Rusia; sobre ética; sobre los milmillonarios de su gabinete.

Los medios, por otra parte, reconocen en Trump el enorme potencial de atraer audiencias. Por ello le hacen el juego. Caen en sus trampas. Responden a sus provocaciones. Quisieran tener cobertura Trump 24/7.

¿Cuál de los dos Donald Trumps va a presidir a EUA durante los próximos cuatro años?

Ello se definirá en meses venideros en la capacidad de la oposición — la resistencia como comienza a llamarse — de seguir movilizando en defensa de logros y derechos, políticos y económicos, alcanzados a través de décadas y que cada día parecen más algo de un pasado remoto.

Otra semana que pasó en EUA.

Carlos F. Torres, Director El Molino Online

 

Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
New York, NY, 2/19/2017