Juan-Manuel-26-300x270La oposición venezolana, tal vez más sensata, tal vez  más temerosa o tal vez con menos apoyo internacional que sus pares ucranianos, no se atrevería jamás a enfrentar a la guardia como lo hicieron los héroes de la plaza de la Independencia en Kiev.

Siempre es que el maduro tiene suerte.

Si Venezuela importara en la geopolítica global.

Si a Rusia o a China o a los Estados Unidos les importara un sieso lo que pase en Venezuela, de pronto tendríamos otro escenario.

Fuera de los dictadorcillos latinoamericanos, como la Kishner, o Daniel Ortega, o Evo, que se mueren del susto que les pase lo mismo, no se han visto más que tibias reacciones que expresan preocupación.

En el caso colombiano a Santos le debe producir una pereza infinita tener que decir algo de maduro porque conoce las airadas reacciones de esos locos.

A Uribe le parece más importante advertir que lo que se está negociando en La Habana es la entrega de Colombia al Castrochavismo.

Al Polo de Clarita y de Robledo les parece importante defender la revolución bolivariana y denunciar el intento de golpe fascista.

Es esta la única reacción que no es oportunista. Es una clara posición ideológica, la democracia sirve para acceder al poder, una vez arriba, todo vale en nombre del ideario socialista.

Quebrar economías, amordazar a la prensa, detener y torturar a los opositores.

Eso es lo que ellos quieren para Colombia.

Pero la tapa de la olla se la lleva el columnista Daniel Samper Pizano a quién no se ocurre nada mejor que echarle la culpa de las atrocidades del maduro y el cabello a quienes derrocaron a Salvador Allende, en Chile en 1973, es decir hace ya 41 años.

Yo apuesto a que el maduro ni siquiera sabe quién era Salvador Allende, qué pensaba Salvador Allende.

Esa salida del hermano del proceso ocho mil es un insulto a quienes creyeron en el proyecto de Allende, a quienes estuvieron en el Estadio Nacional de Santiago, detenidos esperando la posibilidad de la desaparición o de la tortura.

No pienso que a nadie en Chile se le ocurra semejante barrabasada.

Esa salida demuestra la cobardía del columnista que no se atreve, como quisiera, a defender el modelo de la revolución bolivariana y va a rebuscarse una disculpa para “quedar bien con todos”.

Prefiero a los del Polo Democrático Alternativo que por lo menos son mamertos consecuentes y no mamertos vergonzantes.

Si los senadores y representantes deben perder su investidura por sus alianzas con grupos ilegales, si los militares deben perder sus uniformes por sus salidas corruptas o indelicadas, si un alcalde merece la destitución por errores administrativos:

¿No será que los columnistas deben perder sus espacios cuando son intelectualmente deshonestos?

Periodismo ¿poco serio?

Ando investigando la siguiente noticia que muy seguramente tiene felices a los enemigos de mister president:

Me parece que el periodista Gonzalo Guillén, a quien he respetado mucho, se ha tomado una licencia con el titular. El video que acompaña el artículo no me convence de la responsabilidad que le achancan a Uribe.

El titular me parece oportunista, por decir lo menos.

La frase: “En pocas palabras, lo que el excapitán Guevara (‘101’) revela en su testimonio es que el general Mario Montoya y a veces el Presidente Uribe Vélez pedían los falsos positivos, el entonces mayor Quiñones (hoy coronel) se encargaba de la logística y su legalización, y el capitán Guevara (‘101’) los asesinaba”  amañada y tendenciosa.

Según Guevara, el militar/paramilitar, Uribe mandó matar a Tijeras, que era un paramilitar de Urabá y que asesinó a un alcalde.

A mí no me suena. Durante su gobierno Uribe muchas veces dijo que a determinado terrorista o bandido, como él los llamaba, había que cogerlo vivo o muerto.

Cuando se está en guerra, el comandante supremo de las fuerzas armadas tiene el derecho y a veces el deber de mandar a que el enemigo sea neutralizado con la captura o la entrega si es posible o dándolo de baja si no.

Eso no significa que Uribe mandaba a asesinar civiles y menos que pidiera los falsos positivos como insinúa el periodista.

He oído mucho sobre el paramilitarismo de Uribe.

He visto muchos testimonios sobre congresistas de izquierda, algunos bastante siniestros, a quienes acusan de haber sido enlaces urbanos de las FARC por años.

Eso tampoco lo he corroborado.

No les doy a esos testimonios suficiente credibilidad para acusar a Uribe de ordenar falsos positivo o a alguno de esos senadores de ser cómplice o autor intelectual de actos terroristas.

Sobre todo en plena campaña electoral.

Es que en los años más siniestros de la guerra sucia, los de las alianzas de candidatos con narcotraficantes, de políticos con paramilitares, de periodistas con guerrilleros, de guerrilleros con narcotraficantes, de todos contra todos y de todos con todos, pasaron muchas cosas.

Hoy en día se ha puesto de moda enlodar a la gente decente para sacar provecho y reducir penas y condenas.

Álvaro Uribe es un expresidente de Colombia, un candidato al Senado de la República, un titular como el de la nota referida, sin todo el respaldo probatorio es irresponsable por decir lo menos.

Más seriedad señores periodistas, no nos dejemos llevar por nuestras pasiones.

La paz no será posible sin la reparación y el perdón, y estas no llegarán si seguimos permitiendo verdades acomodadas o mentiras.