Hace una semana escribía sobre el mundo que le espera a nuestros nietos, un mundo donde la ética ha sido subyugada a los deseos de acumulación de riqueza.  En ese mundo lo que nos enseñaron, cuando enseñaban ética, respeto del valor inequívoco de la verdad como elemento fundamental, de la ética ha perdido vigencia.

Imagínense una carretera de esas viejas, de dos carriles, por uno circula lo ético y por el otro lo que no lo es y en medio de los dos carriles hay una línea amarilla, sólida casi un muro.  Así era cuando crecíamos.

Hoy en día ese mismo camino es una autopista de 4 carriles, las líneas no están tan claras, uno escoge por qué carril agarra dependiendo que cuál le convenga.

Sostienen los expertos que uno de los efectos de los conflictos, sobre todo cuando son internos, es que los valores éticos se pierden, se hacen nebulosos pues los actores del conflicto transgreden un valor ético fundamental: uno no mata a su hermano.

La corrupción, la vía del medio, el atajo, la media verdad se vuelven entonces pequeñas transgresiones aceptables y aceptadas cuando se las compara con las violaciones resultantes de los acciones de los participantes en el conflicto.  ¿Qué puede tener de malo robarse un pan o un carro Mercedes en la Siria hoy en día? ¿Qué pueden tener de malo el cohecho o la calumnia comparados con el terrorismo?

Sea cual fuere la explicación, hoy en día, para moverse con libertad entre carriles — el ético, el que es un poquito antiético y en el que “me importa un sieso la ética, me importa el resultado”–  la gente opta por decir toda la verdad, un poquito de mentira o una mentira flagrante.

La gente se ha vuelto mentirosa.

Pero la gente se ha vuelto mentirosa porque sus líderes se han vuelto mentirosos:

  • Líderes espirituales, como el Papa, cuando dice en África que la Iglesia tiene evidencia que los condones no sirven.
  • Líderes políticos como Bush y Blair cuando le dijeron a la comunidad de las naciones que tenían evidencia que Sadam Hussein tenía un arsenal de armas de destrucción masiva.
  • O Ahmadynejad cuando dice que Irán no quiere utilizar sus investigaciones nucleares para fines bélicos.

En Colombia, hace ya un tiempo que los políticos perdieron la vergüenza.  Los congresistas no conocen el valor de la verdad.  Leen textos y los aprueban para después decir que “en verdad no lo leyeron bien”.  Meten micos en las leyes para después decir que para ellos esa especie es totalmente desconocida.

El ex Presidente Uribe no miente, pero dice muchas medias verdades, que equivale a decir medias mentiras.

Empecemos por el nombre de su movimiento político, “el Puro Centro Democrático”  ¿Centro?  ¿Desde cuándo el centro queda a la derecha de la derecha?

Sigamos por las razones que lo han lanzado a la más radical oposición al Presidente Santos.  ¿Cuestión de principios? ¿De doctrina?  ¿Cuáles principios, cuál doctrina?  Su escudero José Obdulio Gaviria lo delató.  El asunto no es de principios ni de doctrina, entre otras cosas porque esa cosa que llaman la doctrina de la seguridad democrática no es doctrina.

El asunto es, como lo estableció el escudero Gaviria, cuestión de poder.

Ni a Uribe ni a sus cercanos les parece aceptable que Santos haya tenido iniciativas propias.  Lo dijo el propio José Obdulio, “El candidato del Uribismo no  podrá tener iniciativa, seguirá al pie de la letra las instrucciones del Presidente Uribe”.

No le perdonan que haya escogido ministros como Juan Camilo Restrepo y Germán Vargas.   Que le haya dicho conflicto al conflicto.

Que piense que a las víctimas hay que repararles el daño y que las tierras despojadas hay que devolverlas.

Uribe no le perdona a Santos que le diga la verdad al país.  Porque a él lo acostumbraron sus escuderos a que las verdades a medias se vuelven verdades cuando él las dice.  El sigue creyendo que su ministro de agricultura fue honesto, que su comisionado de paz no se inventó ninguna desmovilización, que su directora del DAS no chuzaba a los opositores,  y que en vez de pírricas o totalmente falsas, muchas de las victorias de la “seguridad democrática” fueron reales y verdaderas

Entonces tienen que inventar otra media verdad y salir a decir que los soldados de la patria están desmotivados porque les hace falta un fuero militar que Santos nos les ha devuelto.

Pero la otra mitad del cuento, la mitad que define si lo que dice Uribe es o no verdad, es que lo perdieron durante el gobierno de Uribe.  Porque si aceptan la verdad, tendrían que aceptar que la inseguridad que vivimos es el resultado de la tal seguridad democrática.

La verdad es que a punta de falsos positivos y de desmovilizaciones inventadas le hicieron creer al país que se estaban acabando los terroristas de la FAR, y eso no resultó cierto, por ahí estaban, de pronto en Venezuela. Y la otra verdad es que pactaron con los jefes paramilitares y narcotraficantes, a quienes nunca llamaron terroristas y cuya desmovilización dio nacimiento a las temibles bandas criminales las BACRIM y a una escalada del crimen común perpetrado por excombatientes que se dedican a la extorsión, al secuestro y al abigeato en varias regiones del país.

Para que esa verdad no se conozca a fondo, el Puro Cuento Democrático ha lanzado una campaña de medias verdades para desprestigiar al Presidente Santos.

Es cierto que el Presidente Santos quisiera iniciar el camino hacia una salida negociada del conflicto.  Es falso que su empeño por decirle a las cosas como son, por devolver a las victimas y a los despojados del conflicto lo que es de ellos y por establecer un marco legal para una posible negociación, sea el resultado de oscuras y secretas negociaciones con la guerrilla.  Es falso que Santos traicionó a sus votantes porque no quiso seguir ofreciendo subsidios agropecuarios a los ricos y a los amigos del presidente y porque no quiso vetar a los “enemigos” de su antecesor.

Pero el Puro Cuento se autoalimenta de la mentira y mientras tanto Santos le dice la verdad al país, mantiene el rumbo y le deja el tema de las encuestas a los analistas, que de eso viven.

Como todo Gobierno, el de Santos ha tenido aciertos y desaciertos pero no ha mentido para magnificar lo bueno ni para esconder lo malo.  Tal vez su pecado es que no ha mostrado todo lo bueno.  Afortunadamente Colombia no come cuento, y el Puro Cuento Democrático se irá desenmascarando solito.

La última del ex Presidente, dijo ayer en Medellín que alcanzó a pensar en bombardear las “bases de la FAR” en Venezuela, que le faltó tiempo.  Eso da para otra columna, queda prometida.