Tetazo contra sexismoPublicado originalmente en el New York Times. Por Jordana Timerman. Pudo haber sido un evento inocuo: unas mujeres en un balneario de la costa Argentina decidieron relajarse en la playa sin la parte superior de sus bikinis. Ante la denuncia de un turista, un operativo policial masivo con una veintena de oficiales y seis patrulleros acudió al lugar para arrestarlas si no se cubrían los senos.

El debate mismo parece provincial y la reacción que generó, desmesurada. Este martes, grupos de mujeres alrededor del país se manifestaron a favor del toples, con los senos al aire y también cubiertos. Unas 600 en la ciudad de Buenos Aires y casi un millar en Rosario. En otras ciudades fueron decenas. Una protesta justificada, pero cuya relevancia no es tan obvia si se contrasta con los problemas económicos, de seguridad o hasta de tránsito que enfrentamos los argentinos. A los ojos de la población, un grupo de manifestantes con pezones pintados con brillantina quizás no tiene la dignidad y trascendencia de una Rosa Parks desafiando en silencio la segregación racial en Estados Unidos al rehusarse a ceder su asiento a un blanco en un bus, en la Alabama segregada.

Pero las mujeres que se juntaron en la plazoleta al sur del Obelisco de Buenos Aires reclamaban mucho más que la libertad de hacer toples en la playa. Mostraron sus senos para subrayar el papel que juega la represión social del cuerpo de la mujer en la violencia de género. Una lucha simbólica y también real si tomamos en cuenta las miradas de los hombres que desbordaban el espacio, acechando al puñado de valientes que se expusieron al comienzo del evento.

Se estima que en Argentina una mujer es asesinada cada 30 horas solo por ser mujer. El mismo día que las manifestantes protestaron con sus senos al aire, estalló la noticia de una masacre feminicida: un quíntuple asesinato cometido por un hombre que ya había recibido denuncias por violencia contra las mujeres. Los feminicidios son una creciente preocupación regional; se estima que cada día mueren en promedio 12 latinoamericanas y caribeñas.

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