Revolución en ChileEn sus últimas palabras, desde el Palacio de la Moneda, atacado por aviones, tanque e infantería golpista bajo las órdenes de un vendepatria apellidado Pinochet, bajó órdenes la Casa Blanca de Richard Nixon y Henry Kissinger, Salvador Allende anunció al mundo que iba a ser asesinado. Sus palabras quedaron grabadas en el colectivo de la humanidad — tanto como rechazo a la arrogancia con que un imperio cegó un proceso revolucionario pacífico; como por la valentía de un hombre que enfrentó la muerte sabiendo que sus ideas resurgirían de nuevo.

“Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

“Éstas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.

Chile está viviendo un histórico proceso de reivindicación del legado de Salvador Allende.

Lo hemos visto toda esta semana desde que se iniciaron las protestas populares contra lo que comenzó como un alza a los precios del transporte. No obstante la brutal represión — el despliegue de militares, tanquetas, camiones; el uso de perdigones, gases, cañones de agua; macanas; redadas a domicilios; infiltración de marchas que generar el caos — el pueblo siguió desafiante, obligando al gobierno de Piñera a recular. Disculparse.

Pero la gente quiere más. Y sigue en las calles. En su intervención en un acto de masas Camila Moreno, una joven cantautora chilena, explica por qué.

Las palabras de Camila Moreno podrían aplicarse para cualquier nación que sufre los estragos del neoliberalismo, esa infame política económica que ha enriquecido a muy pocos a niveles que en los días de Salvador Allende nadie habría imaginado, y empobrecido a la masa, que así tengan algunos bienes de consumo, teléfonos celulares, y cierta educación — todo lo deben. Y el peso de la deuda, con sus intereses de agio, es abrumador.

El 25 de octubre 2019 alrededor de un millón de personas salieron a las calles de Santiago, abriéndose nuevamente las alamedas para dar el paso a hombres y mujeres a solo un paso de su libertad en busca de una sociedad mejor.

No hay marcha atrás.