En las 15 horas que tardó este bloguero en viajar desde Pennsylvania, a hora y media de New York City, a Decatur, un suburbio de Atlanta en el sureño estado de Georgia, pudo observar el proceso desigual y combinado de la llamada reapertura del país.

Coincidió el viaje, por extraño capricho del destino, con la fecha en que oficialmente se anunciaba que el saldo en vidas por CoronaVirus había superado los 100,000. En un periodo de 3 meses.

Igualmente, fue por esas mismas carreteras, aquélla vez en sentido contrario, que el autor de estas líneas había sido golpeado por la plaga, quedándose en un hotel por 3 días en medio de la fiebre, alucinaciones, y la creciente certeza que le había llegado su hora.

Pero no fue así. Salió para adelante este bloguero sesentón y ha logrado presenciar cómo el CoronaVirus puso de rodillas a EUA,

Como es de común conocimiento, se implementó un progama de aislamiento preventivo, que resultó en el cierre del país. La vida ha comenzando a reanudarse.

En algunos sitios más que en otros.

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Tomo la interestatal 81 hacia el sur que va desde Scranton, Pennsylvania, hasta la 77 en Virginia. Son 480 millas, fácil de recorrer en 8 horas.

Esta ruta cruza las montañas Poconos, una rama de la cadena de las Apalaches y ha sido región minera de donde se ha extraído carbón desde mediados del siglo XIX. Las heridas han quedado en las entrañas de la tierra, enormes socavones donde cientos de miles de inmigrantes trabajaron largas y duras jornadas por breves años, cayendo víctimas mortales del llamado pulmón negro.

Heróicas páginas escribieron los mineros que se organizaron en los años 20 en el sindicato United Mine Workers.

También se evidencia en las montañas sin copete, producto de la minería a cielo abierto. Más recientemente, la región ha caído víctima del fracking — otra manera del ser humano destruir el medio ambiente, 

La actividad económica sigue sin reanudarse. Ello se nota por la falta de tráfico en horas pico en ciudades como Scranton, Wilkes-Barre, Hazleton, y Harrisburg. 

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En el sur de Pennsylvania a unas 30 millas de la frontera con el estado de Maryland, se encuentra Gettysburg, sitio de profunda importancia histórica para EUA. 

Fue ahí que el ejército federal, bajo el comando de George Meade, derrotó entre el 1 y el 3 de julio de 1863 a las fuerzas esclavistas encabezadas por el temible general Robert E Lee, que con unos 70,000 hombres había cruzado la línea Mason Dixon, una división geográfica que se usaba como demarcación entre los estados esclavistas (sur) y libres (norte) de EUA. 

El plan de Lee era propinar una derrota contundente a los 90,000 hombres de Meade, amenazar desde el oeste la capital de EUA, y obligar a Lincoln a firmar una paz que reconociera a los estados esclavistas. 

A un costo de más de 50 mil bajas — entre muertos y heridos — los norteños derrotaron a Lee, marcando el comienzo del fin de la guerra civil, aunque se prolongaría dos años más. 

Siempre que este bloguero pasa por Gettysburg, piensa en la ironía que Lincoln haya sido del partido republicano, que hoy en día representa todo lo contrario de los ideales del gran presidente. 

También llama la atención que las banderas de las tropas de Lee, el ejército del Norte de Virginia, hoy son las de los nazis, y racistas, y supremacistas blancos — las tropas de choque del presidente Donald Trump. 

La cifra oficial de muertos por la guerra civil en EUA es 620,000 en 4 años (abril 1861, abril 1865). El saldo hasta el momento en muertes por CoronaVirus en EUA son 100,000 en 4 meses. 

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Entro al sur, primero Maryland, donde el tráfico es bastante leve. Igual el estado de West Virginia — uno de los más pobres del país. También tierra de mineros, blancos en su mayoría, pobres. Enfermos. Appalachianos.  

Mucha construcción por la interestatal. 

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Jeremy ‘Stonewall’ Jackson

Luego ya en Virginia, el pueblo de Winchester, que durante la guerra civil cambió de manos 70 veces. Observadores ingleses lo llamaban el Volante (Shuttlecock) de la guerra — volante como en el juego de badminton, 

A partir de Winchester, se entra en el pintoresco valle del Shenandoah entre las montañas Blue Ridge y Allegheny, un área de enorme fertilidad que durante la guerra civil sirvió como el granero de las fuerzas esclavistas.

Fue por esos corredores que se forjaron leyendas militares como el general Jonathan ‘Stonewall’ Jackson, brillante mente táctica al servicio de los esclavistas. Un fanático religioso, dicen sus biógrafos, para quien la vida humana perdía todo valor en asuntos militares. Su apodo significa muralla de piedra, por su tenaz defensa de sus posiciones. 

Philip Sheridan

El hermoso valle fue arrasado por las tropas de Philip H. Sheridan, general norteño, durante dos semanas en la “Guerra del Sable de Fuego” entre finales de septiembre 1864 y mediados de octubre. 

Decenas de miles de personas buscaron refugio en otras partes de la región — por el resto de la guerra.

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Siempre he pensando que las divisiones de aquellos días jamás lograron superarse en EUA. El factor racismo permite que la gente trabajadora de raza blanca erróneamente piense que sus intereses coinciden con los de los de su misma raza. 

Y no los de su misma clase social. 

Divide y reinarás. 

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Esta división que a nivel macro se traduce entre partidarios del presidente Trump — no los grandes capitales que se benefician de él, con él, cómo él, y gracias a él; ni tampoco los ideólogos de su política racista; sino sus tropas de choque, veteranos de las guerras desempleados y desbocados, fanáticos religiosos que rechazan la igualdad de derechos — toda esta gente ha comenzado a mostrar sus colores con una medida que puede causar desastres,

En palabras, claman por la libertad para reactivar la economía. (Aunque ninguno de ellos se quejó cuando el gobierno les dio su cheque de ayuda). 

También son aquellos que, siguiendo las pautas del mismo presidente, se niegan a usar máscara o tapabocas. Ya se les ve en los sitios que poco a poco van abriendo. 

Estereotipo: Hombre cuarentón, mal vestido, rubio, barbudo, barrigón, anda en un pickup destartalado con calcomanías de alguna rama del ejército. Su bajo nivel educación, se nota en su manera de hablar. 

En medio de la conversación casual mientras se llena un tanque, o se compra un agua en una estación, ataca a los “liberales” al “gobierno”, a los “medios”. Y con frecuencia dice, “Don’t get me going”. “No me den cuerda”. 

Lo motivan el odio, el temor al cambio. Se refugia en quien logre expresar las frustraciones de su vida de pobre sin jamás haber tenido una oportunidad.

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En EUA, el verano comienza el día que cierran las escuelas, a fines de mayo en Memorial Day. Históricamente la gente empaca y se marcha. Unos de vacaciones. Los estudiantes regreso a casa de sus padres, o embarcan en sus propias aventuras.

Esto congestiona las carreteras, con vehículos de recreo, carros cargados de familias, con maletas y bicicletas, remolcando lanchas, kayaks, cañas de pescar, cuánta hostia pueda imaginar, etc.

Ahí se evidencias las divisiones de clases en EUA. Se ven mansiones motorizadas del tamaño de un camión carguero, igual de grandes como lujosas, que incluso llevan en remolque a un auto. También se ven los trailors de los pobres.

Pero si van a salir este año, no lo han hecho todavía.

La gente no tiene dinero ni energía para salir de vacaciones.

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Pasadas 8 horas de viaje. Escuchando Grateful Dead y noticias, llega el momento de tomar la 77 sur, que cruza hasta Statesville, Carolina del Norte.

Una lluvia fuerte demora el tráfico, que de todas maneras no es muy fuerte,

Tampoco hay mucha actividad en la montaña conocida como Fancy Gap, divide (y a la vez une) a Virgina y Carolina del Norte. Es bastante empinada, por lo general con mucha niebla, donde incluso han construido una rampa para camiones desbocados.  

Sigue una recta bastante larga, por entre viñedos, es agradable para acelerar el auto — hasta Statesville. Un enorme trancón — me previene mi aplicativo de viaje Haze — que me desvía por unas millas. Me tira en la 40, luego en la 321 y estoy en Gastonia saliendo de Carolina del Norte. 

Fue aquí en Gastonia que en 1929 los obreros textileros se lanzaron a la huelga en el Loray Mill. Pedían mejores condiciones de trabajo y alzas salariales, que a raíz de la Gran Depresión eran una miseria. Sucedió algo muy parecido a lo que desde entonces ha tenido lugar siempre que los obreros piden mejoras: Los patrones, con los políticos locales organizaron grupos de choque, brigadas de esquiroles, y a fuego y plomo atacaron a los huelguistas. 

Se movilizaron comités de solidaridad, incluyendo uno de lo abogados que había defendido a Sacco y Vanzetti.

Es un tema de estudio obligatorio para la historia del sindicalismo en EUA. 

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Tomo la 85 y de ahí seguiré a mi destino a unas 4 horas.

Demasiado Grateful Dead.

Mejor poner noticias.

El radio satelital SiriusXX transmite el audio del programa de Ari Melber, The Beat, televisado en MSNBC. Hoy presenta un informe especial que cubre los meses que precedieron la pandemia.  Melber también analiza el “Efecto Casandra”, donde algunos expertos que anunciaron a la administración Trump sobre los que se venía fueron marginados, enfrentaron y sufrieron represalias.

 

Es muestra que los 100,000 fallecimientos a causa del CoronaVirus han sido en gran parte resultado de la ineptitud de un gobierno que no solo no da la talla, sino que además hace todo lo posible por esconder la verdad. 

En ello gozan del apoyo del partido republicano de EUA, que controla el senado, junto con amplios segmentos de la clase capitalista, y un porcentaje de la población, que se distingue por su ignorancia y el oscurantismo religioso. 

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Coincidencia o no, escucho este informe cruzando de norte a sur Carolina del Sur, cuyo senador Lindsey Grahan se ha convertido en uno de los grandes defensores del presidente Trump y promotor de su agenda y sus falsedades. 

Poco tráfico en Carolina del Sur. Pero mucha construcción en la carretera. Sin darme cuenta, paso Clemson, una de las universidades más grandes de EUA, que hoy días es un pueblo fantasma.

Entro al estado de Georgia, a una hora y minutos de mi destino. Dos casos pasan por mi mente. Un joven negro de 25 años Ahmad Aubrey, asesinado a sangre fría en febrero por dos hombres blacos, padre e hijo, con la asistencia presunta de un tercero que lo grabó. Pienso en el hecho que si el mundo no hubiera visto estas imagenes, esta muerte habría quedado impune. 

También corren por mi mente comentarios que he escuchado en Fox de que este señor no era ningún santo — es un intento por justificar el crimen.

Luego, en el tráfico casi inexistente de la interestatal 85 llegando a Atlanta, una vía que por lo general tiene 6 carriles llenos de vehículos que se desplazan a 70 millas la hora, cruzan mi mente las palabras, “I can’t breathe”. “I can’t breathe” — no puedo respirar.

Las lágrimas me obstruyen la vista — los viejos somos más sentimentales.

Esas habían sido las últimas palabras de George Floyd. Otro hombre negro. Murió después de que un policía blanco le pusiera la rodilla en el cuello por mas de ocho minutos. Presuntamente había pasado un billete de US$20 falso.

Esas mismas fueron las palabras de Eric Garner, en Staten Island, New York,  en el verano de 2014. Lo acusaban de vender cigarros individuales.

DrudgeEn Minneapolis, la gente decente ha salido a denunciar el asesinato de George Floyd. Las autoridades han respondido como suelen hacerlo: Reprimiendo.

Los enfrentamientos de Minneapolis, que ya han producido un muerto, se han extendido a Los Angeles, según informa Drudge.

Las carreteras casi vacías me llevan a otro pueblo fantasma, y llego a mi destino — primera vez que veo a mis nietos en tres meses — a las 8:15 pm, el día en que en EUA pasaron de 100,000 los muertos del CoronaVirus.  

 

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