Biden y SandersLa coalición que encabeza Joe Biden busca repetir la victoria electoral de los demócratas en 2018 pero algunos creen que, dado los vínculos de Biden con el oficialismo demócrata, lo que se viene si él logra la candidatura es una repetición del debacle de 2016, que para sorpresa de todos puso a Donald Trump en la presidencia.

Joe Biden, vice presidente de EUA durante los dos mandatos de Barack Obama, resucitó su moribunda campaña gracias al apoyo de Jim Clyburn, el congresista afroamericano de mayor rango en el país, y ha ganado una respetable serie de victorias, obteniendo en el proceso el apoyo de otros precandidatos retirados — Amy Klobuchar, Pete Buttigieg, y el mil millonario Mike Bloomberg (quien gastó US$500 y solo ganó en el protectorado de Samoa).

Cierran filas detrás de Biden el oficialismo demócrata, funcionarios electos, sus equipos, algunos medios de comunicación y una serie de mil millonarios en las industrias farmaceúticas, armamentista, bancaria y otras. Son partidarios de un sistema “de decencia y respeto”, como dijo Biden. En resumidas cuentas, buscan el mismo sistema que implementaron Bill Clinton y Obama, que resultó en la acumulación de riquezas en un porcentaje mínimo de la población, mientras obligó  a los trabajadores a endeudarse, pagar exhorbitantes sumas dinero para la educación, la salud, la vivienda.

Por “decencia y respeto” significan “cualquiera menos Trump”.

Este mensaje de los demócratas tuvo enorme resonancia en el año 2018, en las elecciones para la Cámara de Representantes, un tercio del senado, y las legislaturas estatales. Los demócratas, dirigidos en gran parte por los mismos  funcionarios que hoy día manejan el comité nacional demócrata, lograron una victoria histórica, que le arrebató la Cámara de Representantes a los republicanos.

El oficialismo teme a Bernie Sanders por su mensaje socialista. Sanders se niega a aceptar dinero de las grandes corporaciones para su campaña. Tene un plan de impuestos que afectaría las fortunas superiores a los US$32 millones. Perdonaría la deuda estudiantil. Implementaría un plan de salud general para toda la nación que llama Medicare for All. Aumentaría el salario mínimo, los derechos de migrantes, y de las mujeres a controlar su cuerpo. Además, da prioridad a programas de conservación que eliminen la dependencia en combustibles fósiles y de protección al medio ambiente. En términos de defensa de la Tierra, su programa presenta serios desafíos a los intereses corporativos.

E impulsaría la organización desde las bases a niveles de comunidades, escuelas, centros de trabajo. Su mensaje es las institucionesd el país están podridas y hace falta una revolución política que devuelva el poder a la gente.

Dice: No Soy Yo, Somos Nosotros.

Los demócratas ven que gran parte del apoyo a Bernie surge del sector estudiantil, de miles de estudiantes agobiados por deudas que en muchos casos se comparan con los precios de una hipoteca. Encuesta tras encuesta muestran que la juventud ve el futuro con pesimismo.

Bernie también ha tenido gran apoyo dentro de la población hispana del país.

Sin embargo, en estas elecciones, la juventud no votó a los niveles que esperaba Bernie Sanders.

Sin embargo, las últimas cifras de Carolina del Sur y Norte, Tenessee, Alabama, y Texas, entre otros estados que tuvieron sus primarias el martes y el sábado pasado indican que Biden movilizó a grandes cantidades de votantes afroamericanos. Respondieron básicamente al llamado de Jim Clyburn.

A estas alturas, Joe Biden ha tomado la cabeza de la carrera con 433 delegados contra 388 de Sanders. Biden ha recibido 4,570,963 votos mientras que Sanders, un socialista, ha recibido 3,745,520 votos.

Pero Sanders logró una importante victoria el martes: El enorme estado de California — de importancia capital.

Los ataques contra Sanders por parte del oficialismo demócrata han aumentado. Ahora lo culpan por la victoria de Donald Trump en 2016. Sanders tuvo la osadía de presentarse contra Hillary Clinton, considerada una de las peores candidaturas en décadas, y quien había sido “coronada” por los directivos del partido.

El oficialismo demócrata dice que Sanders será incapaz de replicar la coalición de votantes que recuperaró la Cámara de Representantes en 2018, donde las mujeres, especialmente las de los suburbios,  jugaron un papel clave.

Pero los partidarios de Sanders creen que Joe Biden es un candidato débil. Primero porque no ha logrado inspirar a la gente — sus discursos son bastante aburridos, se equivoca en numerosas ocasiones, dice cosas que sencillamente no son verdad. Segundo porque va a ser investigado por los republicanos a raíz del papel que él jugó en Ucrania con una compañía que contrató a su hijo Hunter por US$50,000 mensuales — muchos ven corrupción ahí, un flanco que no a estas alturas solo complica las cosas. Y tercero porque hay línea directa entre él, Obama, Clinton, los funcionarios del partido, quienes en última instancia fueron los responsables por nominar a Hillary Clinton y la debacle que siguió.

De lo que en un momento fueron casi 20 candidatos quedan 4. Biden, Sanders, Elizabeth Warren, y Tulsi Gabbard, que casi no figura ya en las encuestas. Warren, Senadora por Massachusetts genera mucho entusiasmo entre sus partidarios. Se autodenomina progresista pero no socialista, apoya gran parte de la agenda de Sanders. Hasta el momento no ha ganado ni un solo estado. En estos momentos, dice estar “reevaluando su campaña”.

[Informa CNN que Elizabeth Warren suspenderá su campaña el 5 de febrero.] 

En resumen. El oficialismo del partido demócrata se regodea con los logros de su candidato Joe Biden. Han cerrado filas detrás de él y ahora solo les queda deshacerse de Bernie Sanders para enfrentar y derrotar a Trump. Buscan repetir la proeza del 2018. Pero hay muchos que temen que Trump se come vivo a Biden y lo que en realidad sucederá es una repetición del 2016.

El martes entrante es Michigan, donde ya Biden tiene el apoyo del gobernador, y Trump ganó a Hillary por un puñado de votos en 2016.