Este Día de Acción de Gracias, a través de EUA millones de familias viajarán por aire, mar y tierra para reunirse y compartir en un banquete tradicional en torno a un pavo horneado, con un relleno que llega a ser secreto familiar servido con jalea de arándanos y una diversidad de platillos, salsas y aderezos.

Abundará el vino, la cerveza, los licores. Las familias cenarán, compartirán viendo partidos de fútbol por televisión — sin que falte el tío que se pasó de traguitos y dirá cosas que al día siguiente le pondrán rojo de vergüenza.

Es un festejo que se remonta a los primeros días de la colonización del nuevo continente por los ingleses y que era, en realidad, una celebración de la cosecha.

Durante el primer siglo de la independencia de EUA, el evento se celebraba por la misma época pero en diversas fechas según decidiera cada estado. Fue en 1863, con la nación dividida por la guerra civil y tres días después del famoso discurso de Gettysburg, que el presidente Abraham Lincoln proclamó que la fiesta debía celebrarse a través de la unión el cuarto jueves de noviembre.

Hoy día, al llegar la fecha, el país también se encuentra profundamente dividido. No nos referimos aquí a divisiones políticas entre conservadores, liberales, demócratas y republicanos, ni entre los partidarios del presidente Barack Obama y quienes han decidido apostar su futuro político en sabotear la agenda presidencial. Tampoco hablamos de los que apoyan los derechos de los gay de casarse como el resto de la gente. Ni del debate sobre inmigración.

El cisma es entre los que celebrarán con abundancia y ostentación, como los banqueros que han anunciado ganancias sin precedente y se están regalando con bonos multimillonarios. (Y verdaderas orgías, con fiestas como aquella en que unos contrataron un enano para una despedida de soltero. Cien que en tres minutos compraron de Nieman Marcus una edición especial de autos Camaro por $75,000 cada uno. Una señora en Chicago que pagó US$40,000 por un teléfono celular).

Y las víctimas de la recesión económica que ha destruido las vidas de millones.

Hace unas semanas informamos que casi 50 millones de personas, es decir el 15 por ciento de todas las familias, carecían del dinero o los recursos para alimentar a todos sus miembros. Los niños de 1 millón de familias pasan hambre. En el país de la abundancia.

Millonarios que despilfarran mientras 50 millones compatriotas pasan hambre: son estas las reflexiones que nos acompañan en este Día de Acción de Gracias.