Esta tradición newyorkina se remonta a mediados del siglo 19, cuando las élites sociales asistían a los servicios religiosos en las iglesias de la lujosa 5ta Avenida. Acto seguido, desfilaban las últimas modas.

El pueblo, sin acceso a las últimas modas, asistía a mirar. A enterarse. Las modistas tomaban notas. Copiaban los atuendos venidos de París. Ese es el génesis de la pictoresca parada donde, en los últimos años, la creatividad humana se vuelca en los sombreros.