Anita Hill Pospuesta la votación por el comité del senado evaluando la nominación del juez federal Brett Kavanaugh a la Corte Suprema de Justicia, y con una nueva agenda que incluye testimonio público la semana entrante de la mujer que le acusa de intento de violación hace décadas, para la presidencia de Trump la confirmación del juez es asunto de vida o muerte. Eso escriben Lachlan Markay, Asawin Suebsaeng y Sam Stein en una nota publicada  en The Daily Beast.

Dice que

[…] la gente cercana al presidente considera los próximos días como una radiografía virtual en la columna vertebral de su partido y una prueba de fuego para el futuro de la presidencia de Trump.

Esos son los riesgos que el Equipo Trump ha asumido a medida que junto con Kavanaugh responden a las acusaciones de que el juez de la corte federal de apelaciones atacó sexualmente a una compañera de escuela secundaria, acusaciones que él ha negado enérgicamente.

No se ha discutido dentro de las bases la idea de retirar la nominación y sustituirla con otro juez igualmente conservador — así sea menos controversial– incluso si ello eliminaria una complicación importante de la agenda republicana a solo 50 días antes de las elecciones de mitad de período. Hacerlo, insisten los ayudantes y funcionarios del partido, sería un desastre de una magnitud mucho mayor: invitaría a los demócratas a lanzar desafíos más agresivos a los futuros candidatos judiciales y deprimir la base de electores conservadores que se necesitaba en noviembre.

Pero el mantener la nominación, a su vez presenta, serios problemas para la presidencia y los republicanos que, según numerosas encuestas electorales tienen serias probabilidades de perder la Cámara de Representantes en noviembre. El senado, sobre el cual tienen una mayoría de dos votos, también podría cambiar de manos.

Uno de estos problemas es el movimiento #MeToo. Desde hace meses numerosas mujeres han denunciado abiertamente el clima de hostilidad sexual — con violaciones, agresiones, chantajes — en las cúpulas de poder corporativo. Han perdido el temor a denunciar, afirmado que a ellas también les ha sucedido algo similar. Y se están defendiendo, cortando (figurativamente) cabezas de hombres famosos: Directores, actores, empresarios, ejecutivos.

La posibilidad de que la profesora Christine Blasey Ford — presunta víctima del nominado al cargo vitalicio de juez del tribunal supremo de la nación — sea cuestionada agresivamente por los republicanos, todos hombres, blancos, mayores de 50 años, puede ser un espectáculo bastante maluco para los republicanos. Ellos ya tienen problemas con las mujeres, indican las encuestas. (Tampoco ayuda el que el presidente Trump haya sido denunciado de agresiones sexuales por más de una docena de mujeres).

Igualmente el testimonio de Kavanaugh y la profesora Ford trae memorias de otro caso bastante similar, en 1991, durante el proceso que confirmó a Clarence Thomas, quien todavía sigue en la Corte Suprema. Una joven abogada que trabajaba con él lo denunció por hostigamiento sexual — no intento de violación.

Anita Hill es hoy día una respetada profesora de leyes en la universidad Brandeis’ Heller School for Social Policy and Management. Y su caso jamás fue olvidado. Los eventos de hoy día han despertado un renovado interés en el testimonio de la joven mujer, y algunos medios han retransmitido excerptos. Muestran con cristalina claridad la saña con que la atacaron los senadores republicanos, algunos de los cuales como Orrin Hatch siguen en el mismo cargo. Hatch incluso dijo que la profesora Ford era una persona “confundida”. Y que él le cree al juez.

En su denuncia Anita Hill testificó que el juez Clarence Thomas le describía constantemente escenas de pornografía, algo que la hacía sentirse humillada y avergonzada en aquellos días pre internet.

Ello nos lleva al tercer punto de esta nota.

Pornografía.

Stormy Daniels, la estrella de porno con quien Donald Trump tuvo una relación poco después de que naciera su hijo con Melania, acaba de publicar un libro, “Full Disclosure”.

Según comentarios en la prensa, Stormy Daniels dedica parte de su libro autobiográfico a su encuentro con Donald Trump. Mucho detalle. Y palabras poco halagadoras en su descripción de la anatomía presidencial.