Juan-Manuel-2Colombia entra la semana entrante en un receso bastante peculiar para quienes viven en el exterior.  De hecho salvo algunos países latinoamericanos, no conozco ningún caso donde exista la Semana Santa como tal. En algunas partes el jueves y viernes santo son feriados, en otras el lunes de pascua, pero ¿una semana enterita?  Bienvenido receso.

En Abril cuando regresemos estaremos a un año de las elecciones parlamentarias y a trece meses de las presidenciales.  Todo parece indicar que también en Abril, el proceso de diálogos de La Habana con las FARC mostrará resultados concretos con un acuerdo sobre el tema agrario.

Esto es una muy buena noticia para los que creemos que la paz es posible y necesaria.  Mis amigos terratenientes están aterrados.

El acuerdo que está por lograrse incluye el tema de la protección de las zonas de reserva campesina lo que generará cambios profundos en la tenencia de la tierra en muchas regiones  y eso a ellos no les gusta. Parecería que prefieren la guerra a la posibilidad de que se cambie la estructura de la propiedad.

La gente del Cuento Democrático que encabeza Álvaro Uribe, con su vocero el señor Lafaurie, simpatizante de los paramilitares y gerente de la Federación de Ganaderos encabeza la campaña para desacreditar el proceso.  Para ellos  cualquier posible acuerdo es una humillante concesión del Presidente.  En un foro reciente el señor Lafaurie se fue lanza en ristre en contra de la posibilidad de la creación de nuevas zonas de reserva campesina aduciendo que el Gobierno iba a cederle a las FARC 9 Millones de hectáreas  en 59 zonas que tendrían independencia política.  Nada más falso.

La realidad es que estas zonas,  creadas por una ley de 1994, y no por este Gobierno, pueden resultar siendo una figura útil para resolver problemas en zonas de alto nivel de conflicto como por ejemplo en áreas como los Montes de María o la región del Catatumbo.  Es cierto que el Gobierno Santos ha incluido su fortalecimiento y revitalización como parte integral de la política agraria.  La realidad es que las zonas de reserva campesina pueden ser la figura que acelere y fortalezca los procesos de Restitución de Tierras y de implementación de la Ley de Víctimas elementos fundamentales de cualquier proceso de paz en Colombia.

Lafaurie ha sostenido que “esas zonas pretenden ser enclaves políticos excluyentes de campesinos catequizados por la subversión”. Esa posición que se podría considerar como una posición ideológica es mucho más una mezquina táctica electorera del Cuento Democrático de la extrema derecha uribista para quienes el todo vale sigue en la base de sus acciones.

Aunque el Presidente Santos no lo ha dicho, todo parece indicar que su aspiración a la reelección es un hecho.  En esas condiciones a Santos le convendría si, como todo parece indicar, se llegase a un acuerdo sobre el tema agrario en Abril, pues se abre la muy probable posibilidad de la firma de un acuerdo de paz antes del fin de año. Esto haría muy difícil, si no imposible, una derrota a la reelección.  Pensando pensamientos se me ocurre que es posible, como lo ha dicho el expresidente Pastrana, que las aspiraciones reeleccionistas pudieran impulsar al Gobierno a ceder más de lo aconsejable en La Habana.

Es entonces evidente que el proceso de Paz estará en el centro del debate político.  Los aspirantes al Congreso se apresurarán a atacarlo o a defenderlo, no por ideología sino por oportunismo.

Su posición dependerá de lo que sientan que prefiere la opinión.  Para ellos el bien común es poco común.

En cuanto a la campaña presidencial los hechos marcarán el paso.  Si el proceso se complica, se dilata y no se ve un acuerdo antes de la elección, Uribe y sus seguidores tendrán como caballo de batalla su oposición al proceso de paz.  Si por el contrario hay avances significativos uno pensaría que el oportunismo los llevaría a atacar la implementación de lo acordado.

Los diálogos de paz son entre el Gobierno y las FARC, la implementación de lo que se acuerde dependerá de la voluntad de la sociedad.  La paz la negocia el Gobierno pero la implementa el país entero.  El hecho que el proceso esté inmerso en medio del debate político no es buena noticia.  La implementación de un acuerdo de paz requerirá de una gran unión de voluntades alrededor de temas complejos, el de las reservas campesinas es tan sólo uno.

Lamentablemente el reciente “paro cafetero” nos mostró un Gobierno débil y una oposición encabezada por Uribe oportunista.  El Gobierno no mostró tener capacidad de anticipar escenarios complejos y resultó obligado a ceder ante la presión generada pr acciones ilegales de los manifestantes.  Uribe y sus amigos se apresuraron a ofrecer todo su apoyo a unos “pobres cafeteros perseguidos” que si hubiesen tomado las mismas vías de hecho durante el gobierno de Uribe hubieran sido acusados de terroristas.  Le quedó a uno la sensación que en la Colombia de hoy para arreglar cualquier situación lo aconsejable es bloquear unas carreteras.

Para lograr la implementación de un acuerdo de paz positivo el país requiere de un Gobierno fuerte que no ceda ante presiones y de una oposición que deje de lado el oportunismo, que haga críticas y aportes constructivos. Por eso a mí me hubiera gustado un proceso de paz sin reelección pero entiendo que ello no es posible.

Así las cosas tengo la esperanza que de parte y parte aparezcan los necesarios gestos de grandeza y humildad que serán los que sellen cualquier acuerdo que logren los negociadores.