Que desilusión con Colombia

¡Que desilusión!

En pocos días, una semana tal vez, se caen todas las esperanzas de una Colombia viable. Somos una democracia. Una democracia en donde la separación de los poderes públicos es un elemento fundamental. Una democracia cuya viabilidad y progreso dependen del buen funcionamiento y de la efectividad de esas tres ramas.

Veamos.

Reflexiones de Juan Manuel UrrutiaLa performance del ejecutivo es lamentable. ¡Mucho tilín tilín y nada de paletas! De cuatro paquetes legislativos fundamentales para esa inaplazable reforma de nuestro sistema, cero pollitos. La tan mentada Ley de Financiamiento acabó siendo una reforma tributaria Frankensteniana. Colcha de retazos llena de regalitos y ventajas tributarias para los poderosos y que no resuelve el problema fundamental de un presupuesto desfinanciado.

La inaplazable reforma política está más hundida que el Titanic. Las prometidas reformas para atajar la corrupción de hunden una a una. Y a la reforma de la justicia le van a dar un entierro de tercera. Cada ocho días los bogotanos tenemos que someternos al caos de las protestas y las marchas que muestran un inconformiso totalmente justificado.

Por los lados del legislativo lo único que se ve es la efectividad de los congresistas para mantener el estatu quo, para no dejarse tocar en sus privilegios y para defender a capa y espada las prácticas que convierten el proceso político en un sancocho de corruptelas, de compra de votos y de pagos con contratos.

Y si por allá llueve por acá no escampa. La justicia ya ni siquiera cojea, se arrastra encadenada por las acciones de sus actores principales. Desde los altos tribunales los magistrados por intermedio de congresistas amangualados lanzan cargas de profundidad para hundir la reforma de la justicia.

Ante evidentes conflictos de interés de señor Fiscal General de la Nación en el caso de Odebrecht y de su principal socio en Colombia, el grupo Aval, se toman medidas gelatinosas. Resulta que como respuesta al clamor general para que se separe al doctor Martínez de esa investigación, la Corte Suprema decide nombrar un fiscal ad-hoc para que se ocupe de dos casos que ya están archivados. En cambio, siguen en cabeza del Fiscal Martínez, casos fundamentales como son los procesos contra el exdirector de la ANI y el expresidente de Corficolombiana, el brazo encargado de la infraestructura del grupo Aval, que son los casos en los que realmente el cuestionado fiscal y su mentor Don Luis Carlos Sarmiento Angulo tienen oscuros intereses.

Hace una semana se llevó a cabo un debate de control político en el que tres parlamentarios de la oposición buscaban demostrar el enorme conflicto de intereses del fiscal. El fiscal no demostró que no tuviese conflicto de intereses. El fiscal no demostró nada. Contraatacó denunciando un complot supuestamente coordinado por el exdirector de la ANI y el presidente del banco Interamericano de Desarrollo. Y para coronar su sacada de cuerpo, filtró un dudoso video que muestra a Gustavo Petro en mafiosas prácticas de recibir fajos de billetes.

Ayer lunes la fiscalía, la de Néstor Humberto trató de bajarle el perfil al proceso contra el director de la ANI al retirar el pedido de detención domiciliaria contra Luis Fernando Andrade. Ahora resulta que el conspirador denunciado por el fiscal no presenta peligro alguno para la sociedad y puede enfrentar su defensa en pleno goce de su libertad.

Ayer mismo, también, y por enésima vez, la fiscalía de Néstor Humberto, no la del ad-hoc pidió aplazar la audiencia de acusación contra el expresidente de Corficolombiana, pese a que los testigos brasileños estaban en el consulado prestos a dar sus versiones, versiones que extrañamente la fiscalía de Néstor Humberto no quiere que se hagan públicas.

Se pregunta uno ¿por qué esos dos procesos esenciales para conocer la verdad del caso Odebrecht no fueron asignados al fiscal ad-hoc?

En cuanto al famoso video, la defensa de Petro ha sido petrista, mentirosa, enredada, traicionera. Con nombre propio acusa y pretende ensuciar a quién de buena fe, en su momento fue su amigo.

Así llega diciembre con su alegría, con una Colombia descuadernada, con unas instituciones en las que la gente ya no cree.

¡Qué desilusión!