George Floyd se llamaba la última víctima del racismo de los policías blancos en los Estados Unidos.  El asesino, el agente de policía Dereck Chauvin.  La excusa, que lo mató porque pagó con un billete falso de veinte pinches dólares y se resistió al arresto.

El episodio fue grabado en un teléfono y se ve la alevosía del asesino.

Se incendió Minneapolis en donde tuvo lugar el crimen.

Juan Manuel UrrutiaTrump tuiteó, obvio, que si las protestas se tornaban violentas vendrían las balas.  Twitter marcó el mensaje como apología de la violencia.  Trump se volvió a agarrar con Twitter y volvió a amenazar a Twitter con medidas de control y censura ante los aplausos de varios congresistas ultra- conservadores que detestan las redes sociales que ellos mismos usan con frecuencia.

El asesinato de Floyd tuvo lugar el 25 de mayo.  Ayer en la noche, 30 de mayo, hubo manifestaciones de protesta en 30 ciudades de los Estados Unidos, algunas violentas otras muy violentas como en Los Ángeles.

Varios gobernadores han llamado a la Guardia Nacional para controlar las protestas y han impuesto medidas restrictivas como el toque de queda que en muchos casos la gente ha desafiado.

Saqueos e incendios están a la orden del día.

Esta escena se repite cada cierto tiempo y demuestra que en los Estados Unidos las tensiones raciales no han cesado, pese a muchos esfuerzos.

En noviembre de 2008, los norteamericanos escogieron a Barack Obama, el primer afroamericano elegido a la presidencia de los Estados Unidos.  Con mucha esperanza muchos creímos que las heridas del racismo se comenzarían a curar.  Con tristeza asistimos a una reacción que no nos imaginábamos, la extrema derecha, racista, enemiga de la igualdad, pro-vida y enemiga de la inmigración tomó una inusitada fuerza dentro del partido republicano.  Nutrieron y se nutrieron del racismo y del nacionalismo chauvinista de buena parte de la población blanca de la unión.  Para sustituir a Obama, los norteamericanos escogieron a un racista, chauvinista, misógino personaje llamado Donald Trump.   Esa elección fue el resultado del discurso de la extrema derecha y de la ineptitud de la candidata demócrata. 

Ese día de noviembre de 2016 murió la esperanza.

Trump con sus constantes comentarios marcados por su peculiar y extremista forma de ver el mundo ha exacerbado los odios y las tensiones.  NO es sorprendente que los policías racistas se sientan con derecho a asesinar a un “sospechoso” negro.  Para ellos ni es afroamericano, ni tiene derechos.  Ellos son fundamentalmente racistas y su presidente se nutre y nutre su racismo.  

Yo caí en la trampa de usar el término virus de Wuhan porque me daba rabia que los chinos le hubieran escondido al mundo su existencia y su virulencia.  Afortunadamente mis hijas me sacudieron y me hicieron caer en cuenta que ese era un nombre racista, corregí la plana.  Pero a mi me leen 100 personas y a la mayoría, si bien me va, mis escritos les producen una sonrisa.

Cuando Trump habla, su discurso racista es “la verdad revelada” para su electorado puro y duro, que son muchos, muy racistas, muy blancos, muy poco educados, muy primarios.

Y ¿de eso que queda?  Una sociedad enferma, muy enferma.  Una sociedad en la que la violencia parece ser la única solución.  La policía acude a la violencia racista cada vez que tiene la oportunidad y la gente responde con la protesta violenta.  Lo peor de todo es que el presidente en lugar de calmar los ánimos le echa leña al fuego con sus irresponsables tuits.

Hasta antes de la pandemia la fortaleza de la economía gringa era el gran argumento de muchos para defender o por lo menos soportar las Trumpetadas.  Pero el Covid-19 ha mostrado de qué está hecho el payaso y se le acabó la suerte pues la pandemia derrumbó la economía y difícilmente se recuperará a tiempo para la elección de noviembre.  

Lo malo es que el tipo ese es tan de buenas que le van a enfrentar a Joe Biden que es peor candidato que la señora Clinton a quien el payaso ya derrotó.

A todas estas yo presiento el final de la hegemonía de los Estados Unidos y el surgimiento de China como el gran poder, lo que puede ser una muy mala noticia.

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