McCartismo demócrata
El Senador Joe McCarthy en una de sus audiencias de persecusión política en los años 50 que le hicieron tristemente famoso.

Independientemente de la sabiduría de haber iniciado el proceso de impeachment, la exoneración anunciada ha cobrado otra víctima en EUA: El derecho a disentir, tener opiniones contrarias, intentar convencer al público, organizar.

No nos referimos en este caso a la persecusión por parte de los partidarios del presidente a la oposición, que se ha visto en la implementación de medidas en contra de las minorías y las personas de origen extranjero. Y ha resultado en persecusión para unos, junto con serios recortes en el derecho al voto de los negros, los latinos y asiáticos, las personas con antecedentes judiciales.

Nos referimos a la persecusión política dentr del partido demócrata a cualquier opinión que difiera del oficialismo.

En estas épocas de precandidatos y ante el surgimiento sin precedente en casi un siglo de candidaturas de la izquierda trabajadora, a nivel local con líderes como Alexandria Ocasio-Cortez; y a nivel nacional con Bernie Sanders, el partido demócrata ha comenzado a implementar una serie de medidas contra estos populares dirigentes.

Los quieren domar.

Son demasiado extremistas, han dicho.

Los atacaron cuando se burlaron de Hillary Clinton. (Luego de que Hillary, quien parece no haber aprendido que el electorado no la pasa, atacara a Sanders, a quien le atribuye la derrota 2016).

No tienen la capacidad de vencer a Trump. No obstante el que encuesta tras encuesta indique que Bernie Sanders si podría vencer a Trump, porque gran parte de la base de Trump es obrera. Y las propuestas de Sanders — salario mínimo, seguro de salud para todos, eliminación de la deuda estudiantil, no más guerra — siguen teniendo gran resonancia y magnífica acogida entre la clase trabajadora.

Igualmente, el Comité Nacional Democrático está cambiando sus reglamentos para que entre Mike Bloomberg, el milmillonario ex alcalde de New York, y se compre la nominación.

La nominación a sido un proceso largo que comenzó con muchos y está cerrando con pocos. Por esto es que el oficialismo demócrata comienza a preocuparse. Un sector piensa que Trump es el resultado de 8 años de Barack Obama — que básicamente el país no está listo para que ocupe la presidencia una persona de color. Mucho menos una persona que reivindique el socialismo.

Es común escuchar por parte de los nombres de siempre que cualquier cosa contraria a su manera de pensar beneficia a Trump y, por consiguiente a los rusos que según ellos manejan al presidente.

Se escuchó bastante en los comentarios de los “expertos” durante las dos semanas del impeachment. De una u otra forma decían, “Propagando rusa”, “Hablando por Putin” “Putin debe estar feliz”.

Es una lógica totalmente circular. “Trump trabaja con los rusos y solo lo puede derrotar un demócrata oficialista”. “Cualquier ataque al oficialismo demócrata beneficia a Trump” “Todo lo que beneficia a Trump también ayuda a los rusos”. “Quien ataque al oficialismo demócrata trabaja en beneficio de los rusos”.

Es otra forma de macartismo.

Por ahí van las cosas al terminar el primer mes de la segunda década del siglo 21.

CFT
DIrector, El Molino Online
PA, USA, 02/01/2020