Desinfectante y TrumpEn una nota que discute la deteriorante situación que enfrenta la campaña por reelegir a Donald Trump en noviembre de este año, Tom Cole, congresista republicano por el estado de Oklahoma, sostiene que el presidente debe cambiar de tono y ser más positivo.

“Hay que tener cierta esperanza que ofrecer al público”, dice. Agrega que la campaña de Trump ha sido un agravio tras el otro, “Impulsando la ira, la división el mensaje de ‘que somos víctimas'”.

Estas sugerencias, aunque acertadas llegan tres años demasiado tardes, y aún así no dimensionan la real situación, que en días recientes ha aflorado en toda su crudeza.

Para que funcionaran, se necesitarían un político normal y una base de partidarios normal. Nada de eso existe.

De que algo no funciona bien con el presidente ha sido evidente desde los primeros días.

Solo basta con escucharlo hablar. Unos lo han criticado por la falta de elocuencia. Pero hay algo más profundo. Se trata de una mente afectada, que no distingue situaciones, que se repite, se contradice, pierde los estribos con demasiada frecuencia, se vuelve a repetir. Habla en círculos. Y exhibe una enorme falta de conocimiento sobre el mundo, las situaciones, las tradiciones, el comportamiento social.

Por no decir una falta total de empatía y humanidad. Paciencia. Humildad.

A través de los años, Trump ha dejado claro que es un hombre vulgar, mediocre, sin pulir.

Como empresario fue acusado de múltiples estafas; como político su modo de debatir ideas se reduce a insultar adversarios, ponerles apodos denigrantes, como “chiquito”, “carente de energía”, “fake news”. Minimizar la persona.

(Sin contar sus relaciones con las mujeres, que incluyen pagos a estrellas de porno, y manoseos, intentos de violación. Y sus propias palabras haciendo alarde de su machismo: “Las agarro por la …”.)

Durante muchos años, en EUA se venía diciendo que el país debería manejarse como una empresa y por lo tanto el presidente sería un CEO. Eligieron al hombre que se había iniciado con dinero de familia, que había quebrado múltiples empresas, y que su papi le había sacado de apuros. Un fraude. En fin todo lo contrario.

Su falta de curiosidad, su incapacidad de prever situaciones han resultado en la pandemia que nos tiene encerrados a todos y que ha cobrado un saldo en vida superior al de la guerra en Vietnam. Se ha sabido que desde el año pasado le venían advirtiendo, pero se negó a escuchar.

De decir que Coronavirus no era peor que una gripa, pasó a recomendar tratamientos para la pandemia, fármacos no probados — hasta el punto que sus propios asesores le han pedido que cierre el pico.

Hace un par de días sugirió que inyectándose desinfectante se podría matar el virus. Ahí, el presidente no solo cometió un acto de ignorancia e irresponsabilidad. Sino que, además, según diversos informes personas de hecho han seguido las recomendaciones, tomaron una dosis, y terminaron bajo observación médica.

Además de la ignorancia del presidente, esto habla sobre el fanatismo de sus seguidores que en realidad son cieguidores. Le atribuyen poderes casi milagrosos.

¿Por qué lo aceptan ciegamente?

No será por la economía porque en realidad nunca logró beneficiar a la “llamada base”. En el sector agrario, la crisis que desató contra China causó serio daño, los blancos de bajos ingresos y poca educación no lograron ahorrar ni para dos semanas sin salario — lo cual ha comprobado la caída de la economía.

Tampoco será por los altos valores morales del presidente — porque ha demostrado una falta total de moral.

Ni tampoco por su mano firme de timonel, navegando tranquilamente en un mar de angustias — porque esta presidencia ha rebotado de un momento de incertidumbre otro.

Lo único que hace sentido es que la base de Trump apoya las medidas que se han implementado durante su presidencia. Clave entre ellas, y a las que siempre todo parece regresar, son el racismo y la xenofobia.

¿Problemas económicos? Los chinos.

¿Problemas con un Virus? Los inmigrantes.

Soluciones: Deportaciones, encarcelamientos, el muro con México.

Los partidarios de Donald Trump más acérrimos no necesitan tomar veneno. Ya lo vienen consumiendo: Desde que comenzaron a organizar en contra de un presidente negro en el llamado Tea Party, cuando cuestionaron la nacionalidad de Obama, cuando marcharon en apoyo a los símbolos racistas del sur.

Es un veneno sin antídoto. Mucho peor que el Coronavirus: El racismo, que para bien del país y el mundo hay que derrotar.

Otra semana que pasó en EUA

CFT 
Director El Molino Online
Pennsylvania, EUA
4/26/2020