En 1999, siendo director del ICBF, ese ser maravilloso llamado Gilma Jiménez era la directora del Departamento Administrativo de Bienestar Social, hoy la Secretaría de Integración de la administración de Enrique Peñalosa.
Gilma le dejó a Bogotá dos enormes legados que pocos reconocen. Uno, la Red de Jardines Sociales construidos en un esfuerzo conjunto de la Alcaldía, las Cajas de Compensación y el ICBF quienes firmamos un convenio para asegurar su construcción y operación. Dos, la recuperación de la Calle del Cartucho en donde se construyó el Parque del Milenio.
Tuve la suerte de desarrollar una profunda complicidad con Gilma. Un día me llamó al celular y me dijo:
“Urrutia tengo un chicharrón que le va a tocar a su merced, estamos acabando el desalojo de la gente del Cartucho y hay un tipo muy complicado que dice que no se sale hasta que no hable con el señor de la colita. Le preguntamos qué si era Medellín el de la Red de Solidaridad y dijo que no, que el otro, el del bienestar. Le tocó maestro. Vea a ver como se mete allá y nos saca a ese tipo, yo le garantizo que no le pasa nada, pero no se vaya a ir con sus muñecos”.
Yo a Gilma y a Peñalosa les creía y para allá me fui. Mis “escoltas” trinaban de la ira por el calificativo que les había dado Irma, a quien conocían personalmente porque andábamos juntos en el carro del ICBF, visitando lotes y obras de los Jardines Sociales, pero, conociéndola, me dijeron “vaya tranquilo doctor que si la doctora dice es porque así es” y me dejaron a dos cuadras de la Plaza España desde donde caminamos hasta la calle del Cartucho con un joven trabajador social de DABS.
Y entré al Cartucho. Y una cadena de TV había sido alertada y llegó con sus cámaras y me filmaron reunido con el líder que no se quería salir y a quien logré convencer que desalojara y que ayudara a resolver el problema social que era ese lugar. Yo no había avisado a mis “superiores” en la Casa de Nariño” y me gané tremendo jalón de orejas por imprudente.
En 1999 en esa Calle del Cartucho a donde me metí no una sino varias veces, pasaba de todo, pero ese todo era una ínfima parte del infierno descubierto en El Bronx. [ACLARACION EDITORIAL: “El Bronx” es un sector del centro de Bogotá, no el condado de New York].
Yo entré muy asustado por eso admiro a cada uno de los 2500 funcionarios que desarrollaron el operativo, a sus superiores que lo coordinaron y al gobernante que al fin de fines tendría que poner la cara si eso salía mal.
Peñalosa apoyado por Gima logró desalojar la Calle del Cartucho. Mockus en su segunda administración completó muchos de los programas.
Luego vino el Polo, se robaron a Bogotá, pusieron de ministra de trabajo a la testigo central del asalto de Torombolo y le dejaron como herencia a Bogotá millones de huecos, las arcas vacías y el Bronx.
Este sábado en un acto de Gobierno, así con mayúscula, se llevó a cabo una intervención integral radical y profunda en el Bronx.
Lo que han ido encontrando es indescriptible. Se sospechaba que ese lugar era “caliente” pero nadie imaginaba lo que está saliendo a la superficie.
Ese centro del crimen y de la marginalidad es el resultado del desgobierno de 12 años, de la carreta ideológica de una izquierda anticuada y demagógica.
Tras doce años de desgobierno, a Bogotá la están gobernando. Y ese es Enrique Peñalosa, un hacedor. Uno puede no estar de acuerdo con sus políticas y programas, pero hace.
Prometió volver a recuperar el espacio público y en cinco meses hemos avanzado más que en doce años. Y se han recuperado los espacios del público que los demagogos del Polo le habían devuelto a la informalidad y al hampa.
Le intervención del Bronx es una prueba de lo que se puede cuando se gobierna. Peñalosa está enfrascado en dos o tres debates profundos. Hoy se termina el plazo para aprobar el Plan de Desarrollo de Bogotá y la administración tiene que lograr la aprobación la venta de la ETB, el de la urbanización de la reserva Van der Hammen y el del cobro de peajes urbanos por no mencionar sino tres grandes polémicas. Ha enfrentado un debate aburrido sobre sus títulos universitarios.
Y con todo y eso Gobierna, sí así con mayúscula. Haberle metido la mano al Bronx es por ahora muy “popular”. Hay que ser valiente para hacerlo, porque cuando se destapan problemas sociales de esa magnitud hay que corregirlos y generalmente los efectos secundarios de este tipo de intervención generan descontento.
Es mucho más difícil y comprometedor actuar que salirle al paso a los problemas con discursos, como el del man del pájaro en la solapa que dice que el “Catatumbo, a donde él no ha sido capaz ni de arrimarse, es como el Bronx” a donde un gobernante de verdad se le metió a sabiendas que eso “va pa largo”.
Mal hace le presidente metiéndose a tratar de cobrar indulgencias con avemarías ajenas, lo del Bronx es un triunfo de Peñalosa, lo del Catatumbo otra derrota de Santos.
Si señor presidente la mayoría de la gente del Catatumbo, y de la del Bronx, son gente buena. Verdad de Perogrullo que no por twitearla lo exime a Usted de una obligación que tiene abandonada, la de gobernar.
Es que casi siempre las comparaciones son odiosas.