Papa en NY
Imagen Jacqueline Rocco

Armado con su humildad, irradiando la paz de su fe, articulando un mensaje de compasión y ternura, el Papa Francisco I conquistó el corazón de EUA.

La anticipada visita del Papa batió una serie de récords: Desde hablar por primera vez a una sesión conjunta del Congreso, hasta recibir cobertura 24/7 por las principales redes de TV, más las multitudes en cada una de las múltiples paradas en tres de las principales ciudades del país del dólar.

Marcó el tono de su visita desde el momento que por primera vez en su vida tocó suelo estadounidense, cuando manifestó la alegría de “un hijo de inmigrantes” italianos a Argentina por estar en “un país construido por inmigrantes”.

En cuanto a mensajes, Francisco habló a favor de los pobres, los refugiados, los inmigrantes, las víctimas de la codicia del sistema económico y de las injusticias sociales.

También habló ampliamente sobre el cambio climático, basándose en los evangelios y la tradición de la Iglesia, que hace unos meses fue plasmada en la encíclica Laudato Si.

Su humildad — el fiat negro para una persona de 78 años que padece de ciática y una lesión en la rodilla — surgió naturalmente; no fue ningún arreglo cosmético, ni producción para las cámaras.

Su calor humano se vio una y otra vez, cuando abrazó la niña inmigrante, o cuando en vez de comer con los congresistas alimentó a los sin techo en la capital. Mantuvo abierto el papamóvil para acercarse aún más a su rebaño.

Recordó ante el Congreso la labor de cuatro estadounidenses. El emancipador presidente Abraham Lincoln, el mártir por la igualdad de derechos Martin Luther King; el pensador y autor católico pacifista Thomas Merton; y Dorothy Day, activista obrera, socialista y fundadora del movimiento Trabajador Católico.

Pidió un fin a la pena de muerte, en una de las naciones que más ejecuciones realiza en el mundo.

Recordó, recitando las guerras, hambrunas, injusticias económicas, de salubridad pública y sociales, a las Naciones Unidas que el mundo espera mucho más de ellos.

Nos recordó a todos — católicos, creyentes, ateos — la importancia de la solidaridad, el respeto, la paz, la vida.

Francisco pidió una y otra vez, mediante su humildad y sencillez, una oración por él: “Recen por mí. Pero si hay entre ustedes algunos que no creen o que no pueden rezar, les pido que me envíen buenos deseos”.

Francisco mostró mediante el poder de ejemplo que él es un hombre que practica la misma humildad que predica.

Y fue lo que vimos en esta semana que pasó en EUA.

Carlos F. Torres

Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
New York, NY, Septiembre 27, 2015