Foto cortesía NYT

Una investigación de su currículo abre una olla podrida de mentiras

Lo único que se sabe con certeza de George Santos, recién electo congresista por el 3r distrito del estado de New York, es que lo poco que se sabe.

Porque ha mentido tanto que todo lo que ha dicho el recién electo congresista es cuestionable.

Verdad todos los políticos mienten.

Pero pocos han mentido con la amplitud y el descaro del brasileño americano. Durante su campaña, el partido republicano lo presentó como “la encarnación del sueño americano” que él buscaba defender mediante su candidatura. Conservador. Inmigrante. Gay. Y exitoso.

Pero una investigación por el New York Times mostró que la mayor parte en el currículo era ficción.

El CV de George Santos

La biografía oficial de Santos destacó sus períodos en Goldman Sachs y Citigroup y señaló que trabajó en la firma de su familia, donde según él administraba más de US$80 millones en activos. El sitio web también dijo que fundó una organización benéfica de rescate de animales que ha salvado a miles de perros y gatos. Eran puras mentiras.

Tal como son mentiras de que había estudiado en Baruch College y en New York University.

Tal como mintió cuando dijo que parte de su familia había escapado el nazismo en Europa, y que su madre había muerto a raíz del ataque terrorista del 11 de septiembre.

Después se sabría que en 2008 fue detenido por pasar cheques sin fondos. Las autoridades le perdieron el rastro (porque se fue para EUA) pero han anunciado que lo están abriendo de nuevo.

Ante el coro bipartidista que pide su renuncia, George Santos afirma que se va a quedar en el cargo al que fue elegido. Admite haber “maquillado” su currículo pero dice que es insignificante.

Las mentiras de George Santos le han convertido en una serie de memes en internet, donde se le presenta como héroe de guerra, deportista lleno de medallas. Total hazmerreir, al que hacen referencia en programas de humor, noticieros, y las redes sociales.

A George Santos lo persigue en el Congreso una jauría de periodistas gritándole si va a renunciar. Se la buscó él mismito.

Ahora las autoridades han comenzado a investigar las fuentes de financiamiento (“seguir el rastro del dinero”) de la campaña igual que los gastos. Eso le puede costar unos años en la cárcel.