En la cultura estadounidense, hay pocas cosas que superan en masculinidad al fútbol. Lo juegue, o simplemente lo mire, el fútbol es el deporte de los machos. Pero, si bien en el campo los jugadores son fuertes y masculinos, parece que los tipos que siguen el juego desde un sofá, comiendo pizza, papitas y refrescos van en dirección contraria.
Escribe Arthur De Vany, en TheDailyBeast que muchas de las comidas chatarra que se consumen hoy día, además de causar la epidemia de obesidad en los EUA (y a través del mundo), de hecho reducen (comprobado) los niveles de testosterona. “Desde el 1987, según un estudio publicado en el Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism, los niveles de hormonas en los hombres están cayendo por 1 por ciento anual”, dice De Vany.
El debate sobre ¿Qué le está pasando al hombre estadounidense? se ha intensificado. Algunos dicen que el “Fin del Hombre” es producto del femenismo. Esa es la tesis de Hannah Rosin en TheAtlantic. Cita reportes recientes que señalan que las mujeres han superado a los hombres en el trabajo y la educación superior. Por otro lado, Andrew Romano y Tony Dokoupil escriben en Newsweek que lo que antes se consideraban características tradicionalmente femeninas están creciendo en importancia en una economía en que el cerebro supera la fuerza, y los hombres se están ajustando para sobrevivir.
Pero De Vany argumenta que una tendencia (la obesidad) explica la otra (el llamado “Fin del hombre”), diciendo que mientras más se engorden menos testosterona tienen y por lo tanto son menos masculinos.
Cita un estudio que indica que un refresco con una solución de glucosa reduce los niveles de testosterona en la sangre hasta en un 25 por ciento. Así que los tipos que los hombres que se alimentan con dulce, o carbohidratos como pan, pasta, tortas — que el cuerpo transforma en azúcar — y consumen refrescos están viendo su capacidad de producir testosterona afectada. El alcohol, que también eleva la glucosa en la sangre, tiene el mismo efecto.
Y, además, el mero hecho de sentarse a mirar pasivamente, reduce la masa muscular y la fuerza, aumentando la grasa, lo cual a su vez baja los niveles de testosterona.
Así que mañana al mirar el Super Bowl pensemos que mientras que de una lado del televisior atletas fuertes, musculados, preparados corren, se golpean, forcejean, del otro lado del estarán otros hombres. Sean partidarios de los Steelers de Pittsburgh o los Packers de Green Bay serán muy diferentes: es decir lo contrario. Y, no importa lo mucho que griten y se emocionen, no hay comparación posible entre espectadores y deportistas.