Cuando finalmente escuche el clamor de su pueblo y se vaya al exilio, Hosni Mubarak no va a pasar hambre, indica un reporte sobre sus finanzas publicado en The Guardian.

Escribe Phillip Inman que en su larga carrera política y militar Mubarak acumuló una fortuna que se calcula entre US$40 mil y US$70 mil millones, depositados en la banca suiza y británica, igual que en inversiones de bienes raíces: terrenos, mansiones, edificios, oficinas, hoteles en Londres, New York, Los Angeles y en el área turística Sharm el-Sheikh en la costa del Mar Rojo.

Esta fortuna personal es de dimensiones similares a las de los jeques de las naciones ricas en petróleo en el Golfo Arábigo.

A largos trazos explica que Mubarak, su esposa Suzanne y dos hijos lograron acumular su fortuna mediante una serie de negocios con empresas e inversionistas extranjeros desde los días en que estaba en el ejército donde gozaba de una posición que le permitía recibir beneficios de cada negocio.

En Egipto, dice, se requiere que cualquier ventura comercial con un extranjero conceda a una empresa local alreadedor de el 20% por ciento lo cual brinda a los políticos y sus aliados en el ejército enormes cantidades de dinero sin que ellos corran el menor riesgo.

“Casi todos los proyectos necesitan un padrino y Mubarak tenía una magnífica posición para benefiarse de cualquier negocio”.

Artículo en inglés

Foto cortesía de efouche via flickr