Con unas 800 mujeres musulmanas se fundó en Malasia el “Club de esposas obedientes”, organización con la misión de eliminar problemas sociales como el divorcio y la prostitución al enseñarles a ser sumisas y mantener a sus maridos satisfechos entre sábanas.
Escribe Eileen NG en Huffington Post, que aunque no sea muy grande el potencial del club, puede conducir a que “grupos radicales obtengan apoyo entre otros musulmanes, que son el 60 por ciento de los 28 millones de habitantes, y sacudir décadas de armonía racial y religiosa cuidadosamente cultivada”.
Tras el club está Global Ikhwan, un grupo musulmán extremista, que en el pasado había creado el “Club de la poligamia” en el mismo país.
Aunque políticos y activistas descartan al club como ofensivo a la mujer y un intento de regresar a la edad media, su mera existencia indica que “bolsas de ideas islámicas conservadoras perduran en Malasia”, indica.
Explica que Malasia es una de las naciones musulmanas más progresistas, con muchas mujeres musulmanas destacándose en altos puestos en el gobierno y el mundo empresarial.
Sin embargo, indica Huff Post, quedan mujeres que coinciden en que, “El Islam nos obliga a ser obedientes a nuestro marido. Tengo que hacer lo que diga. Es pecado no obedecerle y hacerle feliz”.
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