BurundiBUJUMBURA, Burundi, Abril 26 — Lo que parecía un mal chiste, el intento de Pierre NKURUZISA de hacerse reelegir para un tercer mandato, tiende a convertirse en una pesadilla.

Juan Manuel UrrutiaLlevo una semana en Bujumbura.

En todas las conversaciones de pasillo en la oficina hay desconcierto y descontento.

Burundi superó una guerra civil de 12 años mediante los acuerdos de Arusha, una ciudad en Tanzania, al lado del Kilimanjaro.

Allá estuve hace años visitando una fábrica de mosquiteros montado por el fondo ACUMEN y uno inversionistas locales de origen indio.

Como resultado de esos acuerdos, NKURUZISA lleva diez años en el poder. Hace unas semanas el presidente trató de reformar la Constitución para que se le autorizara un tercer mandato. Esa le salió mal.

Ayer el partido de NKURUZISA desafiando los acuerdos de Arusha y la constitución oficializó su candidatura para un tercer mandato. A la mierda los pastores…se acabó la navidad.

La oposición convocó a una marcha de protesta en Bujumbura hoy. La marcha debería ir de la Catedral a la Plaza de la Independencia.

El Gobierno se apresuró a organizar la represión. La policía y las milicias del Partido intervinieron en la periferia para evitar que la gente se fuera al centro. Hubo pedrea, gases balas de caucho finalmente balas de verdad, un muerto reportado. (Imágenes).

Como de costumbre en estas situaciones, en los hoteles en donde estamos hospedados los cucarachos internacionales, consultores de todos los pelambres, jóvenes emprendedores enviados por sus bancos y empresas a buscar negocios, se forman corrillos. El mejor informado es mirado con aire de respeto y admiración, el gurú de la situación. Se comparten opiniones, llamadas a embajadas. Que no salgan, que se queden, que no que no se dado instrucción de evacuación alguna.

Como es costumbre en estas ocasiones los corillos se medio disuelven, y todo mundo a pretender que no está paniqueado.

Los que ya hemos vivido más de una de estas en más de un país, nos vamos al bar, una excelente ocasión para dedicarse a hartar trago y a compartir anécdotas de manifestaciones, pedreas, golpes de Estado.

Mientras tanto los locales toman partido. La gente discute, sube el tono.

Estas situaciones son supremamente peligrosas en estos países donde mucha gente siente que tomándose las cosas por sus manos tiene poco que perder, porque no tienen nada, y mucho que ganar, poder.

La guerra civil terminó hace 10 años, los niños milicianos de entonces ahora son jóvenes adultos que recuerdan cuán poderosos llegaron a sentirse cuando “mandaban” y cuán poco han obtenido con la paz negociada en Arusha y ahora irrespetada por sus líderes.

Las zonas sociales del hotel están vacías, cada quien en su cuarto trata de pretender que nada pasa, que mañana todo se calmará.

Yo me hago pocas ilusiones.

Esto no se queda así, como decía un amigo mío, esto se hincha.

Imágenes de la manifestación de hace una semana en Bujumbura via YouTube

 

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