Poco más de una década después de que los hermanos Wright volaran por primera vez en Kitty Hawk en 1903, los hombres ya habían construido aviones de guerra y se estaban matando los unos a otros en la Primera Guerra Mundial. El francés Adolphe Pégoud fue uno de ellos, tumbando a seis pilotos alemanes antes de que él mismo fuera derribado.
Tom D. Crouch en su libro Wings: A History of Aviation from Kites to the Space Age escribe que en aquél entonces la falta de estabilidad del aparato era casi tan peligrosa como las balas enemigas. El mismo Pégoud diría, “Una de cada seis balas golpea en la hélice y rebota contra mí. […] Oigo sus silbidos junto a mi oreja. A veces temo que soy más propenso a dispararme a mí mismo que a mi presunta víctima”.
Antes de ser un guerrero, Pégoud había sido piloto de prueba para Louis Blériot, realizando la primera pirueta (o al menos tomando el crédito por realizarla) en el aire.
Luego, fue instructor de vuelo para estudiantes europeos, entre ellos el mismo que lo enviaría al otro mundo.
También fue el primero en saltar en paracaídas de un avión.
Finalmente, cuando lo mataron las balas alemanes, sus mismos enemigos le dieron un funeral de héroe y construyeron un monumento, que luego sería trasladado al cementerio de Montparnasse, en París, donde descansa.
Gracias: Allison Meier Atlas Obscura





