Uno recuerda el teléfono sin contestar en casa de sus amigos que han muerto de SIDA. Otra su apodo de una niñez equestre. La fe de otro se plasma llevando a cuestas recordatorio de los pecados cardinales. Otro más ve en la estética de la caligrafía una manera de adornar su cuerpo. Mensajes. Letras. Símbolos de puntuación. Diversas fuentes tipográficas.

Capturan el interés de la fotógrafa newyorkina Ina Saltz, y dan material suficiente para dos libros de fotografías de este método de tatuajes, con una explicación de los móviles tras los mensajes, que un creciente número de personas llevan, literal y figurativamente, a flor de piel.

Son tantas las razones como hay gente que opta por la tipografía como medio de tatuaje. Sin embargo, cada una es totalmente personal: de una manera conmovedora cada foto nos da un fugaz vistazo al alma de un individuo en un instante en su tiempo.

El arte del tatuaje ha sufrido una gran transformación en la última década. No hace mucho, en las grandes ciudades y centros turísticos, las boutiques de tatuajes atraían clientes que por un puñado de dólares compraban uno entre muchos dibujos ofrecidos por los artistas. Más que mensaje, era novedad, quizás un desafío tras unos tragos. Por lo general, era una decisión tomada apresuradamente, al calor del momento, sin mucha reflexión. Pero tenía algo masivo, impersonal, de línea de ensamblaje.

Ello ha cambiado, a medida que la gente ha descubierto en sus cuerpos una pancarta donde expresar pasiones y sentimientos, ideas y recuerdos, nostalgias, arrepentimientos.

En una entrevista con Mother Jones, Saltz discute su fascinación con el tatuaje tipográfico que ella encuentra sensual y sexy. “La piel es un medio flexible, translúcido. Hay algo visceral en ver palabras sobre la piel que le hace frenar en seco”.

En casa del herrero, cuchillo de palo y la fotógrafa misma no tiene tatuajes. Además, advierte a los jóvenes. “Le recomiendo que lo piense 10 veces y deje pasar unos años antes de hacerlo porque es permanente”.

Respecto a la estética, dice que “me gusta ver la nitidez, la claridad en la ejecución, la sensación de que alguien ha colocado y medido el arte de manera que tenga armonía con la forma del cuerpo”.

¡Fascinante!

Entrevista en Mother Jones

Página de la artista (con libros)

Fotos cortesía de Ina Saltz