NEW YORK — Treinta y tres años son muchos pero no tantos.

Parece que fuera ayer cuando este bloguero, que diariamente caminaba al trabajo en dirección este a oeste, vio por primera vez en la esquina de la Calle 8 con MacDougal la foto de un niño rubio en un poste de la luz con el titular “Missing”.

Pasaron días, semanas, meses y la cara se fue multiplicando a otros espacios públicos, llegando a abarcar desde el East Village a Soho, Washington Square Park, el West Village, Chelsea.

El caso de Etan Patz se discutía en toda la prensa, periódicos, televisión.

Todos lo buscábamos: incluso videntes dijeron haber sentido al niño. NYPD movilizó más de 300 policías.

Pronto esa cara infantil, inocente, sonriente toda la ciudad, produciendo cada vez un corrientazo de horror, tristeza, más solidaridad silenciosa con la angustiosa espera de unos padres cuyo hijo había salido al por primera vez al bus escolar y jamás habría de volver.

Ayer, a solo un día de cumplirse los 33 años exactos de aquella fatídica fecha, Pedro Hernández, de 51 años fue acusado del crimen.

Hernández ha sido detenido.

Dice que trabajaba en una bodega cerca de la parada del bus de Etan Patz. Hasta su arresto y confesión vivía en New Jersey con su esposa e hija, tranquilamente y era un vecino como cualquier otro. Con un terrible secreto, parece.

No se ha producido el cadáver.

Hernández ha confesado haber estrangulado al niño y luego colocado su cadáver en una bolsa de basura.

Dice la prensa que, luego de reabrir el caso hace unas semanas cuando equipos fueron a taladrar un sótano en Soho y al cabo de unos días suspendieron la búsqueda sin haber hallado mucho, recibieron información que los condujo a Hernández.

Desde aquellos días de 1979 — hace cuatro alcaldes de la ciudad y seis presidentes del país — Soho es otro barrio: descartada su bohemia, es uno de los sitios más exclusivos de la ciudad.

Desde aquellos días, cada vez que desaparece un niño, su rostro aparece en los empaques de cartón de la leche, práctica iniciada a raíz del caso de Etan Patz.

Desde aquellos días, el 25 de mayo se celebra en EUA como National Missing Children’s Day (Día de los niños desaparecidos), en honor a Etan Patz.

Tanto ha cambiado.

Lo único que no ha cambiado — porque no puede cambiar — es el dolor de unos padres ante la pérdida de su hijo.

Porque si bien treinta y tres años son muchos y no son tantos: un solo instante sin saber qué ha pasado con un hijo es demasiado.

Esperamos que los acontecimientos de hoy traigan algún tipo de alivio a la familia Patz.


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