KKKDesde que la gobernadora republicana de Carolina del Sur, Nikki Haley, pidió que se retirara de los predios de la legislatura la bandera de los estados confederados, a través de los otros estados que en 1861 se rebelaron contra la unión americana y formaron la Confederación, la opinión pública ha comenzado a exigir que se deje de honrar públicamente el pasado esclavista de la nación, informa Lilly Workneh en The Huffington Post.

En la Universidad de Texas, en Austin, más de 2,300 estudiantes han pedido al presidente que se deshaga de una estatua de Jefferson Davis, quien fuera presidente de los estados confederados.

Legisladores demócratas del estado de Tennessee, piden lo mismo para con la estatua del general Nathan Bedford Forrest, general de las fuerzas sureñas y líder del Ku Klux Klan.

En Baltimore, circula una petición mediante Change.org que pide a la alcaldesa que se cambie el nombre del parque Robert E. Lee (general confederado), que los organizadores consideran “símbolo del supremacismo blanco y una vergüenza”.

En Arlington, Virginia, ciudadanos piden que otro nombre para el tramo de una carretera llamada Jefferson Davis.

Lo mismo en Minneapolis, con el Lago Calhoun, que honra al senador de Carolina del Sur John C. Calhoun, “quien se dedicó a preservar la supremacía de los blancos y el esclavismo, y fue un artífice de la secesión sureña y la guerra civil”.

En Georgia, en la corte estatal del condado Bulloch ciudadanos han comenzado a pedir que se quite de vista pública la estatua de un soldado confederado.

Señala The Huffington Post que este tipo de rechazo público a los símbolos de los estados confederados no significa un fin al racismo. Pero es un paso en la dirección correcta.

Artículo en inglés