Tombuctú o Timbuctú llegó a los titulares internacionales hace poco cuando, bajo el control de fuerzas islamistas rebeldes, anunciaron que destruirían los mausoleos de Sidi Yahia, considerados patrimonio histórico de la humanidad por la UNESCO.

La destrucción ha tenido lugar y ello ha precipitado el éxodo de sus habitantes, con lo cual se ha convertido en una “ciudad fantasma”.

Un enviado de Radio Francia Internacional fue el primer periodista internacional en visitar la ciudad desde aquellos días.

“Primero se fueron los Tuaregs. Luego se fueron los árabes. Después partieron los nativos de Tombuctú, los songhaïs, y otras comunidades negras”, dijo a RFI un comerciante.

Las condiciones son muy duras para los que no se han ido, agrega.

“El agua y la electricidad han sido racionadas. Tres de cada cuatro generadores eléctricos no funcionan. Los precios de los productos básicos han aumentado”.

Explica el líder islamista Sanda Ould Buamana por qué destruyeron el cementerio de Sidi Yahia: “Aquí había una puerta. Los habitantes de Tombuctú dicen que si uno abre esta puerta, es el fin del mundo. Por eso la derribamos”.

Para los muyaidines de Ansar Din (protectores de Islam), los mausoleos de los sufí representan un acto de idolatría, lo cual es prohibido por el Islam ya que no son compatibles con la Sharia que el grupo radical quiere instaurar en Malí, agrega RFI.

En las calles de Tombuctú ya comienzan a percibirse los primeros indicios del proyecto de ley Sharia.

“Los hombres ya no tienen derecho de hablar a las mujeres ni de fumar un cigarrillo en público. Los combates cesaron, pero los islamistas han consolidado sus posiciones con la llegada de combatientes procedentes de Argelia cercanos a Ansar Din.”

La resignación se apodera poco a poco de la población, que solo espera la llegada de una eventual fuerza militar internacional, dice RFI.

Radio Francia Internacional