Ante una emocionada audiencia de delegados a la convención republicana — y decenas de millones de televidentes en EUA y por todo el mundo — Paul D. Ryan, congresista republicano por Wisconsin, aceptó la nominación de su partido descargando una andanada contra la administración de Barack Obama.
“Damas y caballeros, durante estos cuatro años pasado no nos han faltado palabras en la Casa Blanca”, dijo. “Lo que ha faltado es liderazgo en la Casa Blanca”.
Con 42 años de edad — diferencia que para los estrategas de la campaña republicana contrasta con la madurez de Mitt Romney — Ryan asume el papel tradicional en la elección presidencial donde el candidato vice presidencial es el “perro de ataque” del candidato que apoya.
Y si la audiencia esperaba una denuncia de la administración, no quedaron decepcionados con la fuerza, el sentido del humor, la confianza con que pronunció el discurso más importante de su carrera política.
Pidió a los votantes independientes que abandonen cualquier esperanza de que Obama logre implementar una recuperación económica y, en vez, vuelquen su apoyo a Mitt Romney.
Se comprometió a defender el subsidio médico Medicare, que los demócratas le acusan de intentar desmantelar — acusaciones que él descartó tajantemente.
“Damas y caballeros nuestro país necesita este debate. Nuestro país quiere este debate. Vamos a ganar este debate”, dijo.
“Un gobierno Romney-Ryan protegerá y fortalecerá Medicare, para la generación de mi madre, para mi generación, para mis hijos y los suyos”, dijo.
“Que quede claro a nuestros oponentes. En esta elección, respecto a este tema, la postura usual de la izquierda no va a funcionar. Mitt Romney y yo conocemos la diferencia entre proteger y robar”, dijo recibiendo estruendosos aplausos por casi 60 segundos.
El entusiasmo de dirigentes y bases de un partido empeñado en recuperar la presidencia fue claro.
Con una mezcla de humor despectivo, machacó uno por uno cada punto que repetirá en la campaña.
“A los veintipico años, los graduados universitarios no deberían estar regresando a sus habitaciones de niños, observando afiches desteñidos de Obama y preguntándose cuándo podrán mudarse y comenzar su vida”.
Fue un discurso fuerte, combativo, claramente presentado que marca el tono de lo que podemos esperar en las semanas venideras.
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