Entre los asistentes a las exequias fúnebres del fallecido senador John McCain, brillará por su ausencia el actual presidente de EUA Donald J. Trump.
McCain pidió expresamente a su familia que no invitaran a Trump al funeral.
McCain, en uno de sus últimos pronunciamientos desde su lecho de moribundo dijo que Trump era una desgracia para la política nacional. Se refería específicamente a la conferencia de prensa de Helsinki a comienzos del verano 2018 donde sentado al lado de Vladimir Putin, el presidente Trump dijo que le creía más a los rusos que a las agencias de inteligencia estadounidense.
Antes, el voto del senador McCain había impedido que el Senado de EUA anulara la ley de salud conocida como Obamacare.
El senador había denunciado en numerosas ocasiones la propensidad al insulto como arma política que Trump ha perfeccionado.
Por su parte, el presidente Trump ha denunciado a McCain en múltiples ocasiones. Desde hace años cuestionó el que se le considere héroe de guerra, porque Trump prefiere a los héroes que no caen en manos del enemigo — dijo más de una vez en referencia a los cinco años que McCain pasó en un campo de prisioneros de guerra en Vietnam, entre 1967 y 1973.
Cabe señalar que Trump no combatió en Vietnam, usando primero sus estudios como método de aplazamiento y luego sus espolones de talón.
Trump nunca apoyó movimiento en contra de la guerra en Vietnam.
Las diferencias entre ambos líderes del partido republicano no podían ser más claras. Pero por grande que sea la distancia, existe un eslabón político que los une.
Se llama Sarah Palin. Ella era un personaje básicamente desconocido, gobernadora del estado de Alaska, cuando en su búsqueda por la presidencia de EUA, John McCain la nombró como fórmula vice presidencial.
Palin representaba el ala ultraderechista, rural, extremista del partido republicano. Proponentes de populismo agresivo, haciendo referencia constante a las armas, buscando chivos expiatorios, totalmente anti intelectualista — es decir con un desprecio desmedido por la verdad.
La nominación le dio un breve impulso en las encuestas y al hacerlo abrió una olla podrida.
Eso fue hace exactamente 10 años.
Captura el pensar de EUA de hace una década un mitin de campaña en Lakeville, Minnsota, que ahora los medios repiten una y otra vez como muestra de la decencia de McCain. El senador, y entonces candidato de su partido, contradice a una de sus partidarias, que se refiere a Obama como un “árabe”. El senador niega con la cabeza, toma el micrófono y dice con firmeza: “No señora. Es un hombre de familia decente, ciudadano, con el que tengo desacuerdos sobre cuestiones fundamentales y de eso se trata esta campaña “.
La multitud aplaude.
Poniendo de lado el que el senador no cuestionara el concepto de que alguien use la palabra árabe como un insulto, cabe recordar que solo minutos después, en el mismo evento, otro partidario de McCain había dicho tener “miedo” de una presidencia de Obama. Cuando McCain vuelve a enfatizar la decencia de Barack Obama, la multitud se pone agresiva, gritando y rechiflando — con igual agresividad de la que ahora se ve en los mítines de Donald Trump.
John McCain en aquellos días también criticaba a Barack Obama por su amistad con William Ayers, quien durante los años 60 tenía posiciones radicales, presentándolo como terrorista.
Estas acusaciones se convierten en el caballito de batalla de Sarah Palin, cuyos mítines de campaña aumentan en agresividad, mientras los los mensajes son transmitidos y repetidos ad nauseum por los medios de la derecha incluyendo Fox News.
La nominación de Sarah Palin abrió las puerta a la política del agravio en EUA, expresado en los medios por boca de celebridades, donde la realidad se fusiona con la ficción — o TV realidad. Trump tuvo un exitoso programa por más de una década — The Apprentice. Palin también tuvo su propio programa aunque sin tanto éxito.
Palin anunció su apoyo a la campaña presidencial de Donald Trump desde temprano en la elección primaria.
Moribundo ya, desde su rancho en Sedona, Arizona, John McCain dijo arrepentirse por este nominar a Palin, señalando que fue un “terrible error”.
Pero ya era demasiado tarde: Cuando el genio sale de la botella es muy difícil volverlo a meter.
Imagen: Wikipedia