Por Elisabetta Piqué | LA NACION — ROMA.- ¿Atracción fatal? Los espectaculares frescos de la Capilla Sixtina cumplen hoy 500 años en medio de gran alarma sobre su estado de salud. En ocasión del aniversario de la ceremonia presidida el 31 de octubre de 1512 por el papa Julio II para inaugurar la bóveda realizada por Miguel Ángel, el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci, advirtió que los frescos pintados allí por el genio del Renacimiento y artistas como Botticelli, Perugino y Pinturicchio, están en riesgo.

¿Por qué? Por los turistas que la visitan: cinco millones de personas por año, con picos de 20.000 al día. “La presión antrópica, con el polvo inducido, con la contaminación, con la humedad de los cuerpos, con el anhídrido carbónico producido por la transpiración, implica malestar para los visitadores y, en el largo plazo, posibles daños para las pinturas”, advirtió Paolucci en un artículo suyo en L’Osservatore Romano.

“La Capilla Sixtina es la atracción fatal, el objeto del deseo, el objetivo irrenunciable para el pueblo internacional de los museos, para los migrantes del turismo cultural”, admitió este experto en historia del arte y de la restauración florentino, que alertó que si no se toman medidas urgentes deberá restringirse el acceso al lugar.

Cada día miles de turistas pisan los Museos Vaticanos -cuya entrada cuesta 15 euros-, pero no para admirar la cantidad inigualable de tesoros que conserva -preciosísimas antigüedades egipcias, por ejemplo-, sino para ir derecho hasta la Capilla Sixtina. Alcanzada la meta, algunos quedan decepcionados: el mar de cabezas que suele haber en el lugar, el murmullo de idiomas, el ruido de las cámaras y el grito de los guardianes “¡Silencio, por favor!” arruinan la contemplación de frescos que pueden admirarse mucho mejor hojeando un buen libro…

“Ese 31 de octubre de 1512, cuando Julio II inauguraba la bóveda de Miguel Ángel, concluida después de una gran fatiga que había durado cuatro años (1508-1512), el papa no podía imaginar que a partir de esos más de mil metros cuadrados pintados con frescos se habría precipitado sobre la historia del arte un violento torrente de montaña, portador de felicidad, pero también de devastación, como escribió en 1899 Woelfflin (Heinrich, famoso crítico de arte suizo) con una bella metáfora”, escribió Paolucci.

El director de los Museos Vaticanos, de hecho, advirtió que no quedará otra que limitar el número de personas que acceden a la Capilla Sixtina si no se instala un nuevo sistema de climatización del lugar, que preserve el ingente patrimonio histórico allí presente. Éste reemplazará a otro colocado hace veinte años, al finalizar la restauración realizada por Gianluici Colalucci, que ya no da abasto, vista la afluencia cada vez mayor y dañina de visitantes. El objetivo es bajar el nivel de polvos y demás sustancias contaminantes, recambiar constantemente el aire y estabilizar la temperatura y la humedad del lugar, también atractivo porque allí suele celebrarse el cónclave para elegir a un nuevo papa. Es desde la chimenea de la Capilla Sixtina -construida entre 1475 y 1481 y que toma su nombre del papa Sixto IV- que el mundo se entera si ha habido fumata blanca, señal que indica que los cardenales han elegido al nuevo jefe de la Iglesia.

“El nuevo sistema de climatización que protegerá a los frescos deberá ser colocado dentro de un año. En caso contrario deberemos pensar en soluciones drásticas”, dijo Paolucci ayer en una entrevista al diario La Repubblica.

Titulada “Demasiados visitantes, Capilla Sixtina con número cerrado”, el director de los Museos Vaticanos relativizó la información en un artículo en L’Osservatore Romano salido por la tarde. Destacó que lo del número cerrado no es inminente. “Podríamos limitar el acceso introduciendo un número cerrado. Lo haremos si la presión turística aumentara más allá de los límites de una razonable tolerabilidad y si no lográramos contrastar con una adecuada eficacia el problema”, reconoció. “En el corto y mediano plazo la adopción del número cerrado no será necesaria”, precisó.

“No tenemos un nuevo Miguel Ángel en nuestra época, pero sí tenemos el dominio de la técnica que nos permitirá, si es correctamente aplicada, conservar el Miguel Ángel que la historia nos ha entregado en las condiciones mejores y por el máximo tiempo posible”, auspició este experto. Exactamente como ocurrió en 1512 y a la misma hora, Benedicto XVI repetirá hoy el rito celebrado por el papa Julio II, pero para celebrar los cinco siglos de la Capilla Sixtina, la misma maravilla, hoy en riesgo..

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