Insurrección en Washington
insurrección del 6 de enero 2020

¿Otro 6 de enero? Extrema derecha armada de EUA movilizada en defensa de Trump

En Ohio, un pistolero fuertemente armado atacó las oficinas del FBI antes de ser ultimado en una balacera, en Arizona decenas de partidarios de Donald Trump con armas de calibre militar se han congregado frente a los cuarteles del FBI.

Y las autoridades temen más, especialmente en caso de que Donald Trump fuera imputado por alguno de los cargos relacionados con la redada del 8 de agosto, o con otra de las investigaciones en curso.

Con la insurrección del 6 de enero 2020 como telón de fondo, y las audiencias del Congreso que han puesto al descubierto un macabro plan con armas y explosivos, apoyados por un pulpo propagandístico — desde canales de TV, emisoras de radio, hasta las redes sociales, textos telefónicos — que 24/7 lleva el mismo mensaje elaborado y afinado por Trump y su equipo, las posibilidades de violencia son causa de alarma.

Desde que reventó la noticia de la redada, diferentes versiones han circulado sobre la redada, que los partidarios del expresidente dicen es persecución política, mientras que los demócratas aseguran que es una señal de que bajo esta administración nadie está por encima de la ley.

La disputa sobre los documentos lleva ya varios meses. En junio, luego de la visita a la lujosa residencia del expresidente por parte luego de una visita a Mar-a-Lago de un alto funcionario del Departamento de Justicia, un abogado de Trump firmó una declaración por escrito afirmando que todos los materiales clasificados habían sido entregados, informa el New York Times. Sin embargo, al menos un testigo anónimo sugirió a los investigadores que la afirmación no era cierta, lo que podría explicar por qué el departamento planteó la posibilidad de obstrucción al buscar la orden utilizada para realizar el registro.

Los agentes retiraron documentos marcados como “clasificados/TS/SCI” durante la búsqueda, estas siglas se refieren a “alto secreto” e “información confidencial compartimentada”. Se supone que el material designado como tal debe verse solo en una instalación segura, señala el Times, y el Washington Post informó anteriormente que parte del material se refería al arsenal nuclear de la nación. Uno de los debates en evolución es si Trump, como presidente, desclasificó los documentos antes de dejar el cargo.

En Fox News, el representante de Trump John Solomon, dijo que el expresidente había emitido una “orden permanente” durante su mandato de que “los documentos retirados de la Oficina Oval y llevados a la residencia se consideraran desclasificados en el momento en que los retiraba”. Pero otros dicen que no es tan simple cuando se trata de documentos clasificados como “alto secreto” o superior, informa USA Today. “Incluso si, de hecho, lo que él representa ha ocurrido, todavía puede haber información extremadamente sensible que la ley exige que esté protegida contra la divulgación no autorizada, ” dice J. William Leonard, exjefe de la Oficina de Supervisión de Seguridad de la Información de los Archivos Nacionales de EUA. Estas version contrapuestas indican que mucho queda por revelarse.

Los republicanos están divididos sobre cómo defender al expresidente Trump después de la búsqueda de Mar-a-Lago por parte del FBI, y qué hacer con los ataques de algunos miembros hacia las fuerzas del orden, informa Andrew Solender de Axios.

Los aliados de Trump han advertido a algunos republicanos de alto nivel que no sigan siendo agresivos al criticar al Departamento de Justicia y al FBI “porque es posible que se haga pública información más dañina relacionada con la búsqueda”, informa el New York Times.

Es éste uno solo de los crecientes problemas legales que tienen a Donald Trump con el agua hasta el pescuezo. En el estado de New York, un caso civil sobre las prácticas ilegales de sus empresas, fue interrogado por cuatro horas. Se acogió a la Quinta Enmienda de la Constitución de EUA, que permite al interrogado no responder porque su respuesta puede incriminarle. El mismo Trump había dicho en ocasiones previas que ello era señal de culpabilidad.

Para coronar, circulan rumores de que hay un infiltrado/a en la plana mayor de Donald Trump. La mera existencia del rumor — sea cierto o no — crea un clima de desconfianza generalizado, como un cáncer en la organización que puede ser paralizantes.

En el estado de Georgia, avanza la investigación a Trump sobre fraude electoral. Un juez federal ha fallado que dos de los acólitos de Trump, el ex alcalde de New York Rudolf Giuliani y el senador por Carolina del Sur Lindsey Graham tienen que testificar en persona.

Ha sido una pésima semana para Donald Trump, una que aumenta las posibilidades de que nuevamente estalle la violencia política en EUA.