Si el arresto en el 2010 del comando de 10 espías rusos que encabezaba la sexi Anna Chapman pareció abrupto, es porque el FBI empezó a temer que estaba a punto de atrapar en sus redes de intriga sexual a un miembro del gabinete del presidente Barack Obama, escribe Spencer Ackerman en la revista Wired.
Por extraño que parezca, dice, ha sido confirmado por el jefe de contrainteligencia del FBI en una entrevista con la BBC. Chapman estaba revoloteando “cada vez más alto, cerca a dirigentes de rango superior”, dice.
“Estaban lo suficientemente cerca de un miembro del gabinete de EUA y pensamos que no podía permitirse más”, dice C. Frank Figliuzzi, el director adjunto del FBI para contrainteligencia.
Dice que de un monitoreo al grupo, optaron por detenerlos de una vez por todas. Al cabo de unos días todos fueron canjeados por un presunto espía estadounidense en manos de la inteligencia rusa.
Chapman, quien no cabe duda es una de las espías más sexi en tiempos recientes, no parece haber sido gran espía, dice.
Su equipo utilizó lo que el periodista Jeff Stein calificó en el New York Times como “técnicas de radio primitivas”, escondió a plena vista en Internet mensajes pobremente cifrados, y la información que suministró no fue más que “chismes rutinarios y conversaciones de política”, en lugar de verdaderos secretos.
Dice que en Rusia, Chapman ha adquirido el nivel de celebridad, impulsando la política de Vladimir Putin.
La pregunta que no responde Wired es, ¿cuál sería el miembro del gabinete que casi cae en la cama de la bella rusa?
