Carlos F. Torres
Carlos F. Torres

New York — Este bloguero recuerda como si fuera ayer cuando vió el humo del primer avión que salía del World Trade Center.

Esa pluma negro que rasgaba el azul del firmamento neyorkino es imposible de olvidar.

Recuerda también cuando el segundo avión estrelló: lo vió, pero por alguna razón (nervios quizás) no escuchó la explosión.

Recuerda el resto de ese nefasto día: las torres que se desplomaron una primero y luego la otra.

La gente por las calles de la ciudad caminando sin rumbo, cubiertos en un polvo color habano que despidieron los escombros.

La angustia.

El dolor pensando que eran decenas de miles los muertos.

Aterrorizante.

Con igual terror recuerda lo que se ha vivido después — una pesadilla de la cual no hemos despertado: racismo antimusulmán; guerra contra Afganistán, primero y luego contra Irak; la militarización de la sociedad.

El espionaje.

Guerras que han matado centenas de miles de musulmanes inocentes y sembrado más odio, si más odio, hacia EUA.

Recuerda que bajo la excusa de castigar a los culpables de la atrocidad y de prevenir otros ataques, se creó Guantánamo donde se pudren unos 160 reos, la gran mayoría de ellos inocentes.

Recuerda las torturas de Abu Ghraib.

Recuerda la información sobre atrocidades cometidas por las agencias de inteligencia de EUA mediante programas secretos, violando los derechos básicos de personas que nada tuvieron que ver con nada — aparte de ser musulmanes.

Recuerda que en estos 12 años, y después de dos terribles invasiones a naciones musulmanas, se sigue librando una guerra con drones donde se asesina con impunidad.

En los países musulmanes.

Es en medio de estos recuerdos, que resuena el eco de las palabras de un comentarista en la radio que aquel 11 de septiembre dijo, “Hasta que no comprendamos qué conduce a un joven a estar dispuesto a estrellarse contra un edificio no lograremos evitar estos ataques”.

¿Ironía histórica?  ¿Trucos del destino? Quizás ambos: Pero la política de la administración Obama hacia Siria, que busca matar más sirios para evitar que se maten entre sí, se aleja de cualquier intento de comprender las causas de este odio.

El justificarlo todo bajo el llamado “excepcionalismo americano” no solo es torpe, sino que es también arrogante, racista y totalmente contraproducente.

Le echa leña al fuego de la enemista hacia EUA.

Carlos F. Torres
New York, 
Septiembre 11, 2013