Trump fascista
Metro News´´

Derrotado en las urnas, repudiado por la mayoría de conciudadanos, a punto de sufrir un nuevo proceso impeachment, Donald Trump deja tras de sí un legado de muerte, sufrimiento, angustia — y un movimiento fascista armado, movilizado cuya verdadera influencia se desconoce.

Más que nunca desde 1861, cuando estalló la guerra entre los estados la República de los Estados Unidos de América enfrenta una crisis existencial que, de no resolverse, podría tener nefastas consecuencias para el país y el mundo.

Las imágenes, reportajes, testimonios que han salido en los tres días desde que hordas fascistas respondieron al llamado insurreccionista de Donald Trump y arremetieron contra el Congreso de la nación muestran las verdaderas dimensiones del ataque. 

Venían armados. Con bombas. Con esposas flexibles. Con cuerdas. Garrotes. Cuchillos. Bombas. No sol querían impedir la certificación de la victoria electoral de Joe Biden, sino además asesinar a varios políticos — entre ellos el Vicepresidente Mike Pence, servil a Trump hasta casi el último instante, pero que se había negado a nombrar presidente a Trump en la reunión de certificación. 

También buscaban asesinar a Mitch McConnell, jefe republicano del Senado, y a Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes. 

Vestían camisetas con símbolo nazis, antisemitas, además de mercancía comprada en las tiendas de Trump.

Insurrección en Washington

Dentro del edificio sitiado, congresistas y funcionarios crearon barricadas con muebles, se protegieron con máscaras de gas; algunos llamaron a sus familiares; otros intentaron comunicarse con fuerzas de seguridad.

Testimonios de guardas negros hablan de insultos racistas por parte de los atacantes. 

El día 6, después de pronunciar un discurso de una hora frente a la Casa Blanca y prometer a la masa fascista que él mismo los acompañaría, Trump ingresó a una burbuja protectora desde donde presenció el ataque al congreso. Con su familia.

Testigos han manifestado que inicialmente Trump estaba muy complacido pero algo molesto porque la masa fascista parecía de “clase baja”.

Investigaciones preliminares indican una posible Quinta Columna, es decir colaboradores dentro de instituciones del gobierno — FFAA, policía, congreso, Casa Blanca — involucrados en la ejecución del atentado.

Un agente de seguridad dijo que no fueron avisados de lo que se venía encima. Creían que era una protesta como cualquier otra. Pero ya por las redes circulaban directivas de cómo transportarse a la capital: Fue una insurrección planeada ante los ojos del mundo. 

Pero el mismo Trump había dicho, “Va a ser salvaje”.

Tardaron horas en sacar del congreso a los terroristas, que se fueron tranquilamente prometiendo que volverían pero mejor armados.

En la última semana de su presidencia, EUA debate cómo saldrá Trump — retirado por miembros del gabinete que ejercen la 25 Enmienda a la Constitución; o mediante un jucio político o impeachment, que sería el segundo en los eternos cuatro años de esta administración. 

La Cámara está a punto de formalizar los artículos de impeachment en torno a tres crímenes. 1) La destitución en Georgia de un fiscal general que se negó a “encontrar” evidencia de fraude en la elección. 2) La presión que Trump usó contra el secretario de estado de Georgia para que le consiguiera los 14780 votos que le ganarían la elección. 3) El llamado a una insurrección que causó enorme destrucción, un número no determinado de heridos, y cinco muertos, entre ello un agencia de la policía. 

Mitch McConnell, republicano presidente saliente del senado  partir del 20 de enero en mano de los demócratas, ya está circulando una agenda sobre el proceso de impeachement. 

El repudio a Trump ya cruza las divisiones partidistas. Desde el Wall Street Journal, apólogo durante años del presidente, que ha pedido su salida inmediata del poder, a periodicos menos destacados. Una encuesta de ABC News indica que 67% de la población lo culpa por la violencia y un 56% considera que debería salir de la presidencia antes de concluir su mandato.

Numerosos miembros de su gabinete se han retirado. 

Ha sido prohibido de las redes sociales: • Twitter; • Reddit; • Twitch; •Google; • YouTube; • Facebook; • Instagram; • Snapchat; • Apple; • Discord; • Pinterest; • TikTok; • Shopif. ¡Incluso Pornhub!

Algunos han dicho que esto constituye censura. No es verdad. Trump puede hablar a la prensa, en calidad de presidente, o puede emitir comunicados de prensa. Lo que estas redes no le permiten es seguir mintiendo abiertamente, lo cual ha causado violencia fascista en diversas partes del país: antes del 6 de enero y desde entonces, como el 9 en San Diego

De sufrir un segundo impeachment es muy probable que esta vez si sea condenado por el senado. Algunos senadores republicanos han dicho que dicha medida aumentaría las divisiones del país. Respuesta: El país ya está dividido, la cual se agravó considerablemente desde que el presidente, y cientos de congresistas y una docena de senadores, se negaron a aceptar los resultados de la elección. 

No solo eso, sino que desde noviembre 3 vienen acusando de fraude a los demócratas en términos casi histéricos; 24/7. 

¿Qué persigue el segundo impeachment, si solo falta una semana y media? Un castigo ejemplar — escarmiento. 

@joelockhart describe lo que significa en cuanto a la vida futura de Trump. No habrá discursos de graduación, ni títulos honoríficos. Ni invitaciones a eventos internacionales — olimpiadas, copa mundo, super Bowl. Ninguna escuela ni aeropuerto llevará su nombre. 

No habrá funeral de estado. Nadie se referirá a él como presidente Trump, o ex presidente Trump. 

Además, no tendrá protección del Servicio Secreto, ni donaciones para una biblioteca, ni un generoso presupuesto para viajar. 

Para una presidencia en la que la mentira erigió lo que ahora se llama “datos alternativos”, los acólitos de Donald Trump jamás podrán quitarse de encima el tufo inmundo de sus crímenes. 

Randall Lane, director de Forbes, revista más capitalista posible escribe sobre la administración Trump:

Forbes

“Desde el primer día en la Casa Blanca de Trump, arriba ha sido abajo, sí ha sido no, fracaso ha sido éxito. Sean Spicer marcó las pautas con el tamaño de la multitud de inauguración, la peor de las mentiras, ya que exigía que la gente no creyera en lo que habían presenciado. Al día siguiente, Kellyanne Conway defendió la mentira de Spicer con un nuevo término, “hechos alternativos”. La sucesora de Spicer, Sarah Huckabee Sanders, mintió a monumental escala, desde difamar a quienes acusaron a Trump de acoso sexual hasta evocar estadísticas laborales. Su sucesora, Stephanie Grisham, en el transcurso de un año, ni siquiera celebró una conferencia de prensa, aunque las mentiras no pararon en los medios amistosos. Y finalmente, Kayleigh McEnany, licenciada en Derecho de Harvard, fue a los 32 años de edad, un prodigio de la propaganda que hizo de la mentira sonriente una forma de arte. Todo esto ampliado por periodistas que siguen con demasiada frecuencia un viejo libro de jugadas mal preparado para la era de la comunicación orwelliana.

[…]

Dejamos claro al mundo de los negocios: contrate a cualquiera de los compañeros fabulistas de Trump mencionados anteriormente, y Forbes asumirá que todo lo que su empresa o firma habla es una mentira. Vamos a escudriñar, verificar, investigar con el mismo escepticismo con el que nos acercaríamos a un tuit de Trump. ¿Quiere asegurarse de que la marca de medios comerciales más grande del mundo se le acerque como un posible embudo de desinformación? Contrátelos”.

Para Trump, sus últimos días se reducen al debate de cómo saldrá de la presidencia y qué tipo de problemas legales y económicos enfrentará. 

El futuro traerá meses de investigaciones, vistas congresionales, comisiones (con los excesos, abusos e injusticias que traen consigo) para evitar que se repitan estos ataques. (Ya están planeando otro para el 17 de enero). Y eliminar el cáncer del fascismo en la sociedad.

Todo esto mientras se controla una pandemia que ha está matando a más de 4 mil personas diarias, se reactiva una economía cada vez más enclenque donde millones sufren hambre, y se abordan otros agobiantes problemas, como salud, educación, justicia social, inmigración y defensa del planeta. 

En su vandalismo, fascistas que participaron en la insurrección, además de saquear y destruir, defecaron en las oficinas y los pisos del Congreso: muy digno de Donald Trump, que ni volvió a EUA su “grandeza”, ni hizo que México pagara por un muro que no se construyó, solo dejé tras de sí una enorma cagada.

CFT
Director El Molino Online
PA, EUA,
1/10/2010