Ataque en OrlandoA veces los domingos uno aplaza la realidad para la tarde. Se levanta temprano y se va, en mi caso a jugar golf con mis amigos, luego después del almuerzo vuelve uno a casa a ponerse al día, lee los periódicos, mira las noticias en la tele.

Juan_Manuel_UrrutiaA la hora del almuerzo, comentaba ayer con un grupo de amigos, el horror que me habían causado las escenas de la batalla campal que vivieron las calles y plazas de la zona del Vieux Port en Marsella antes del partido de la Eurocopa de fútbol entre Inglaterra y Rusia.

Comparaba esas escenas con la paz y el espíritu festivo reinante en la Copa América del Centenario que se lleva a cabo en los Estados Unidos y me preguntaba ¿quiénes son más civilizados?

Como era domingo no estaba enterado de las noticias de última hora y no sabía que un desequilibrado criminal había cometido semejante masacre en un bar gay de Orlando.

¿Civilizados?

No podemos llamar civilizado a un país que permite que una persona cualquiera pueda tener acceso a un fusil AR-15, un arma de asalto para fuerzas especiales.

En los últimos meses he seguido, y comentado un par de veces, la campaña pre electoral de los partidos Demócrata y Republicano de los Estados Unidos.

El fenómeno del peluquín todavía me causa cierta hilaridad que se va convirtiendo en culillo, ya la pregunta ¿y si la bestia esa llegara a ganar? No es un chiste de coctel sino una posibilidad real. SU rival se Hillary, y esa sí que no me causa ninguna hilaridad.

Hilary Clinton representa lo más odioso de la política norteamericana. Los Clinton no eran gente rica cuando Bill llegó al poder. Hoy en día a punta de vender favores son multimillonarios. ¿De dónde salió esa fortuna?

Ante la matanza de Orlando, el peluquín se apuró a echarle la culpa al extremismo musulmán.

La Hillary, más cautelosa, tal camaleón, dijo el típico “mis oraciones y pensamientos” para las familias. Y no mucho más.

Ninguno de los dos dijo lo que uno quisiera oír, que ha llegado la hora de prohibir, no de controlar, la venta de armas de asalto para lo civiles en los Estados Unidos.

Estoy casi seguro que, en su interior, el peluquín que es racista y homofóbico aplaude que se hayan echado a 50 miembros de la comunidad LGTB latinos. Y con sus manitos de muñequito aplaude que pueda usar el episodio para insistir en su campaña contra los musulmanes.

Hillary la debe estar pasando mal. Se debe morir de la pereza de tener que enfrentar a la poderosa NRA sobre el tema del control de la venta de las armas de asalto.

La realidad es que la masacre de Orlando lo único que prueba es que un país no puede sobrevivir mientras cualquier loquito se emberraca porque ve a una pareja de homosexuales besándose, va y compra un fusil de asalto, y a disparar se dijo.

A mí el cuento de del Estado Islámico me parece reforzado. Claro que esos bellacos van reclamar la masacre como propia. Claro que al asesino le pareció apetecible usar la marca IS. Pero no me trago el cuento.

No me parece sano para la sociedad americana ocultar el sol con las manos. No creo que sea válido el argumento de los defensores de la venta indiscriminada de armas según el cual “las armas no son las que matan, son las personas que las disparan”. Estoy seguro que las personas que matan, matarían menos personas si no pudieran comprar armas de asalto que están diseñadas para matar muchas personas.

Si los norteamericanos de bien no son capaces de poner el tema de la prohibición de la venta de armas de asalto como prioritario en la campaña electoral que comienza se verán abocados a seguir oyendo a los políticos a sueldo de los vendedores de armas decir que los tienen en sus oraciones y en sus pensamientos cada vez que un loco de cualquier pelambre resuelva que es hora de comprar un AR15 y salir de cacería.

Cada votante que vote a un congresista apoyado por la NRA y que se opone a la prohibición de la venta de armas de asalto para los civiles debería sentir que es corresponsable de las masacres sucedidas y sobre todo de las que están por suceder si no se cambia esa política arcaica.

La segunda enmienda pudo haber tenido sentido hace un siglo, pero nadie con un sentido humano puede aceptar que su interpretación permita las monstruosidades que estamos viendo, ni respuestas como la de la señora que le dice al reportero de la BBC que ella se compró un AR-15 porque es como un par de zapatos, que la hace feliz tenerlo.

Masacre en Orlando

 

 

Tags: