Beso de marinoFeministas han sacado la voz por la enfermera que esa tarde de agosto de 1945 fue tomada por un extraño marinero que la besó a la fuerza.

“(Llevaba) la emoción del término de la guerra, además de un par de tragos encima”, se ha defendido el hombre.

En 1945, el fotógrafo de la revista Life, Alfred Eisenstaedt, capturó una escena que ha perdurado hasta hoy como un símbolo de romanticismo. “Kissing sailor”, parece ser un ejemplo del amor del siglo XX. Pero algunas voces feministas han acusado a la fotografía de ser una apología al abuso hacia el cuerpo de las mujeres e incluso, aseguran que el aparentemente apasionado marinero no es más que un “borracho depravado”.

En varios medios internacionales se han replicado los dichos de “Leopard”, una bloguera feminista que el 30 de septiembre pasado escribió serias acusaciones en contra de la famosa foto de los años 40.

“¿No sientes que algo no está bien aquí?”, preguntó en su nota, tras revisar varios artículos de prensa en los que se hablaba de la pareja retratada, el marinero George Mendonsa y la enfermera austriaca Greta Zimmer Friedman, ambos de 22 años y dos extraños, al momento en que se registró la imagen.

“Lejos de ser un beso de una pareja de amantes, sabemos que George y Greta son perfectos desconocidos. Sabemos que George estaba borracho y que Greta no tenía idea que él estaba ahí, hasta que se encontró entre sus brazos, con sus labios en los de ella… Parece claro entonces, que lo que George hizo fue cometer un ataque sexual”.

Las palabras de “Leopard” fueron tomadas por el sitio Feministing.com, donde coincidieron con sus apreciaciones de la foto, y agregaron que una prueba del abuso que se comete, es la cara risueña de las personas que fueron testigos del hecho en la imagen, y la notoria diferencia de tamaño entre Mendonsa y Friedman, quien debió ser consciente que cualquier tipo de lucha para evitar el beso del marinero, sería inútil.

“No puedo imaginar un mejor símbolo de lo equivocadas que son nuestras concepciones sobre el romance y el sexo”, dijeron en el sitio feminista.

La Guerra terminó

Durante años, la identidad de los dos supuestos amantes que se besan ese 14 de agosto de 1946 era desconocida, hasta mayo pasado, cuando George Galdorisi y Lawrence Verria publicaron su libro “The kissing sailor”.

En él, se pudo saber que los protagonistas de la foto son George y Greta, hoy de 89 años. Sin embargo, investigaciones menos publicitadas que el texto de Galdorisi y Verria, ya habían dado con el paradero del marinero y la enfermera antes.

El año 2005, un proyecto de la historia de los veteranos estadounidenses que se realizaba a través de la biblioteca del Congreso de EE.UU., entrevistó a Greta acerca del contexto de la fotografía. Allí ella afirmó que ella nunca quiso ser besada, ni siquiera cuando Mendonsa ya la tenía entre sus brazos. “El tipo solo se acercó y me besó”, dijo, agregando más recientemente que era indiscutible la fuerza que el marinero tenía.

Por su parte, George ha relatado su versión de la historia, que no contradice en nada lo que la enfermera ha relatado a los medios.

Tal como lo ha contado, el marinero se encontraba en su primera cita con quien luego se transformaría en su esposa, una mujer de nombre Rita Petry, quien aparece también en la fotografía, sobre el hombro de George.

Ambos estaban en Nueva York, en el Radio City Music Hall, cuando de pronto, anunciaron que la Segunda Guerra Mundial había acabado. “Detuvieron el show y dijeron ‘la guerra se acabó. Los japoneses se han rendido”, recuerda.

Contento, y con ganas de celebrar, George y Rita se fueron a un bar cercano donde él asegura haber tomado un par de tragos. Pero la celebración estaba en las calles, donde cientos de personas salieron a festejar.

Y fue precisamente caminando por el Times Square que George vio a una mujer vestida de enfermera, que luego tomó entre sus brazos y besó. “Era el momento. Vuelves del Pacífico, y por fin, la guerra termina”, dijo a la cadena CBS. “(Llevaba) la emoción del término de la guerra, además de un par de tragos encima. Así que cuando vi a la enfermera, la agarré y la besé”, confesó.

“No es de extrañar que haya falta de voluntad para reconocer el problema aquí, dada la cultura de violación en la que vivimos”, dice, por su parte “Leopard”, agregando que “no es fácil poder decir que una mujer es dueña de su propio cuerpo, y que éste no puede ser usado por cualquier hombre sin su consentimiento. Es mucho más fácil hacer la vista gorda a los sentimientos de las mujeres y decir que ellas deberían empatizar con el hombre”.

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Foto: Wikipedia

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