Nick Miroff, en una nota en el Washington Post, encuentra paralelos entre los asesinatos recientes de activistas del movimiento March Patriótica y la campaña sistematizada de terror contra el movimiento la Unión Patriótica que durante la década de 1980 cobró un enorme saldo en vidas.
Dice que en 2016 por lo menos 58 activistas de diversos movimientos pro justicial social han sido asesinados.
La sospecha, dice el rotativo, recae sobre “soldados y policías que estan llevando a cabo la matanza en defensa de los intereses de los poderosos terratenientes colombianos y otros opositores del acuerdo de paz”. Sostienen que los fiscales y jueces estean demasiado temerosos para detenerlo”.
Organismos pro derechos humanos en Colombia ven un vínculo claro entre el rechazo del primer acuerdo de paz el 2 de octubre 2016 en un referendo y los ataques contra la izquierda. “Ha dado legitimidad nuevamente al concepto de contrainsurgencia”, dijo Carlos Guevara, director de Somos Defensores, que monitorea la violencia.
“Le ha dado oxígeno fresco al extremismo”. El mensaje es, “si apoya la paz, entonces apoya a las FARC”. Para el 2017, Guevara no está demasiado optimista. “Entramos la fase del postconflicto. Solo que hemos comenzado cojeando”.
