Si uno lo piensa bien, no tiene absolutamente nada de malo. No obstante, la idea produce un poquitín de asco en este bloguero, quizás lo suficiente para no probar ni siquiera una pizca. Se trata de helado de leche materna; se llama Baby Gaga y se vende en Londres en una heladería llamada The Icecreamists.

Dice Carolyn Castiglia en Babble que, “Su sabor se obtiene mezclando leche materna con ‘cáscaras de la vainilla de Madagascar y limón rayado’. Inicialmente solo una madre estaba donando su leche a The Icecreamists, pero otras 15 acaban de sumarse”.

Donar no es exactamente la palabra adecuada. Porque la heladería paga un poco menos de US$25 por 10 onzas del líquido de la vida, monitoreado por el Servicio Nacional de Salud. Se vende por US$23, pero no queda claro qué cantidad (cono o más). De todas maneras, no parece ser un producto dirigido al público y debe ser algo caro.

El dueño sabe que muchos clientes sentirán un poco de aprensión hacia el manjar, pero dice que otros lo van a probar por pura curiosidad. “Hace más de 100 años que nadie hace nada con helados. Unos dirán ‘fo’ pero en realidad es puro, orgánico y totalmente natural”.

Nos deja sin palabras.

Artículo en inglés

Foto cortesía de seelensturm via flickr