Taxi de New York a Los Angeles, en ElMolinoonline.comNEW YORK — En su columna del jueves en el diario colombiano El Espectador, Mauricio Rubio discute un dato interesante del sondeo Yandal sobre las opiniones de las mujeres de esa nación sudamericana: mientras mayor sea su educación, mayor su percepción de ser discriminada.

Esta sensación de discriminación, dice Rubio, existe para unas en la familia; para otras en el ámbito laboral.

Sin embargo, agrega, muchas mujeres colombianas no se dejan intimidar por estas barreras y, armadas de empuje y tenacidad, agarran el toro por las astas.

Una de ellas es Marina, una taxista bogotana que cambió su carrera como profesora de idiomas por carreras transportando pasajeros por las tortuosas y escombrosas calles de Santa Fé de Bogotá.

Su pasión siempre fueron los autos, dijo Marina a Rubio, y a manejar su propio auto, y su propia vida, se dedicó esta mujer extraordinaria, dotada de un optimismo que contagia con solo leer el relato.

Trae recuerdos esta columna sobre otra mujer taxista que, con menos educación formal que Marina, pero igualmente temeraria, rompió en esta ciudad barreras hace más de medio siglo.

Se trata de Gertrude Haldey Jeanne la primera taxista neoyorkina que en 1950 se preguntó ¿Por qué ellos si y yo no?

Fue la primera mujer taxista y, para complicar las cosas, era de raza negra.

Al ser honrada en una ceremonia en marzo del año pasado, mencionó que desde su primer día en el trabajo causó problemas.

No sabía que los taxistas afroamericanos no podían salir de Harlem, recordó, y fue al Waldorf Astoria a buscar pasajeros.

Ello produjo una conmoción entre los demás taxistas, dice.

Primero la agredieron, verbal y físicamente, alegando que el área era fuera de límites para taxistas de “color”.

Luego al ver que era mujer (llevada el cabello recogido), tuvo lugar una escena de circo donde sus escandalizados colegas (muchos inmigrantes europeos) gritaban “Una mujer negra taxista”, recordó la pionera que ahora tiene 96 años.

Gertrude en New York.

Marina en Bogotá.

Valientes mujeres que han ayudado a romper las barreras del machismo, el racismo y otros muchos ismos en donde quiera que se encuentren.

En EUA, el progreso es visible — basta con ver al actual presidente del país. (Lo cual no ha dejado de generar mucha incomodidad tanto en los círculos de poder, como en los estratos blancos más recalcitrantemente racistas).

Por el otro lado, no se necesitan estadísticas para probar que el grueso de la población afroamericana sigue anclada al fondo de la nación, con oportunidades cada día más restringidas.

Las mujeres, por su parte, reciben en promedio 77 centavos por cada dólar que gana un hombre en EUA, según indicó el último censo.

Irónicamente, la puerta que abrió Gertrude en el mundo de los taxistas neoyorkinos ha sufrido otra transformación: se ha vuelto a cerrar y ahora es una profesión que casi monopolizan inmigrantes pakistanos.

Hombres todos.

Y como muy pocos de ellos hablan inglés, es casi imposible tener con ellos el tipo de discusiones iluminadoras que tuvo con Marina en Bogotá no hace mucho Mauricio Rubio.

Artículo en El Espectador