La cabellera es, para los hombres, como la suerte: se nace con o sin ella.

Y desde siempre la mitad masculina de la humanidad ha intentado solucionar el dilema de la calvicie.

Pelucas. Peluquines. Bisoñés.

Elaborados tejidos, que más que nada parecen nidos, mediante los cuales se intenta usar el pelo de aquí para cubrir allí.

Hay algo patético tanto en los peluquines como en los tejidos: que todo el mundo sabe de que se trata y nadie dice nada. Es como si al cubrirse el coco un calvo el resto de nosotros aceptáramos un código de silencio que nos prohibe decir, “Caballero, su cabellera no está engañando a nadie”.

En años recientes, las cantidades de medicinas y ungüentos han enriquecido a pocos sin que los resultados sean nada del otro mundo.

Excepto los implantes (o transplantes, o injertos), que parecen funcionar, aunque dan la apariencia de que el usuario tiene un cepillo en la cabeza.

Además, son muy costosos.

Por ello, nos ha llamado la atención esta nueva técnica.

Un microtatuaje folicular.

Como el cabello bien corto está de moda (los deportistas lo usan así) al tatuarse la cabeza con cientos de punticos da la impresión de que se trata realmente de pelo.

(¡Algo bueno, además, es que no habrá canas!)

Juzgue por su propia cuenta.

Gracias Oddity Central

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