Para la imagen ante el mundo como modelo de una democracia que funciona, la ordenada transición de gobierno, donde la administración saliente entrega las riendas del poder y las llaves de la Casa Blanca al nuevo ejecutivo, ha sido uno de los puntos de venta más sólidos.

Ese cambio ordenado está teniendo lugar en estos mismos momentos, con solo cinco días restantes para Barack Obama y su equipo en la Casa Blanca, que a partir del 20 de enero ocupará Donald Trump y su gente.

Pero si bien la transición es pacífica, el orden y cordialidad no la definen.

Los demócratas salen furiosos por la derrota que en noviembre sufrió Hillary Clinton, coronada presidenta por el establishment del partido sin tener en cuenta la voluntad de las masas de votantes, que como comprobaron los resultados sencillamente no lo querían.

Los republicanos entran alevosos, agresivos, encabezados por Donald Trump, cuya campaña atacó el sistema como corrupto e ineficiente.

Donal Trump prometió radicales cambios en el país y mucho indica que va a intentar implementarlos.

Los nombramientos al gabinete Trump, algunos de los cuales se han demorado en los comités del congreso, muestran hacia donde se dirige la nueva orientación, atacando una serie de derechos y prestaciones que se han implementado a través de los años en beneficio del medio ambiente, igual que las minorías étnicas y a los menos favorecidos.

El Congreso controlado por los republicanos ya ha comenzado a desmantelar la ley de Salud implementada por la administración Obama, que aseguró a más de 20 millones de personas que antes no tenían protección. Los republicanos están buscando cómo reemplazarla.

Una veintena de políticos demócratas han dicho que no asistirán a los festejos de la inauguración de Donald Trump porque consideran que su administración carece legitimidad.

Por mucho que los demócratas denuncien al equipo de Donald Trump, muy probablemente los aprueben en el congreso, inclusive al nominado como Fiscal General de la Nación, Jeff Sessions, quien ha tenido que responder a acusaciones de racismo y simpatías con grupos derechistas de supremacistas blancos.

Otros políticos demócratas (apoyados por sectores de los medios) siguen atacando a Trump, llamándolo un títere de Rusia — antigua acusación que recuerda los días de Joe MacCarthy — por sus declaraciones en el sentido de que su administración buscará mejorar las relaciones con Rusia, “si nos la llevamos bien”.

Este propuesto cambio le ha ganado a Trump la ira de los sectores que quieren preservar el estatus quo hacia Rusia — enfrentamientos, sanciones, discordia, tensión.

Trump, por su parte y pasándose por la faja las tradiciones y los protocolos vigentes, sigue respondiendo critica con insulto con su arma favorita: Twitter.

Con cada día que pasa, se van diluyendo las esperanzas de unas de las últimas medidas de Barack Obama se incluyan indultos para Oscar López Rivera, nacionalista puertorriqueño que desde 1981 purga 55 años en un presidio estadounidense; Chelsea Manning, militar estadounidense condenada por entregar a WikiLeaks documentos sobre la intervención de EUA en Irak. Y Simón Trinidad, líder de las FARC de Colombia, pudriéndose en un presidio en Colorado por cargos que han sido cuestionados.

Para el 20 de enero, el pronóstico es soleado, frío invernal y protestas.

Otra semana que pasó en EUA.

Carlos F. Torres, Director El Molino Online

 

 

Carlos F. Torres
Director, El Molino Online
Atlanta, Georgia, 1/15/2107