PRISIONEs un vestigio estalinista del maoismo que a veces olvida el mundo al quedar deslumbrado por la China metropolitana, con sus elegantes millonarios, su pujanza industrial, y una presencia cada día mayor en cada rincón y todo aspecto de la vida moderna.

Se trata de los campos de prisioneros donde cada año, decenas de miles de personas buscan su “re-educación mediante el trabajo”.

Andrew Jacobs en el New York Times los describe como una “Una constelación inspirada por el estalinismo de colonias penales donde carteristas, suplicantes, miembros de iglesias cristianas y otros percibidos como irritantes sociales laboran bajo miserables condiciones hasta por cuatro años, todo ello sin que tenga lugar ningún juicio”.

Con 190,000 reos en cualquier momento, es uno de los sistemas de trabajos forzados más extensos en el mundo, dice.

Se le conoce como “laojiao”.

Pero ahora, con el cambio de dirigencia del Partido Comunista luego del primer congreso en una década, han comenzado a hacer públicas las críticas al sistema, denuncíandose en diversos foros sus abusos.

El mismo director del escalofriante Gulag sufrió una reducción de rango, dice el Times.

Ahora, es común ver en “la prensa estatal, con el apoyo tácito de la cúpula dirigente, informes sobre indefensos ciudadanos atrapados en el sistema de justicia arbitrario que la policía local puede imponer con euna señal de la mano”.

También están circulando peticiones a favor de la disolución del sistema de vigilancia y control interno, establecido en la década de 1950 por el propio Mao Zedong, para combatir enemigos de clase y contrarrevolucionarios, dice el Times.

Foto cortesía SnappED_up via flickr

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