Festival de CannesCANNES.- Después de cuatro días de un nivel general apenas correcto, el gran cine llegó al festival -junto con una impresionante tormenta que azotó la ciudad- de la mano de dos directores de estilos opuestos pero notables en sus respectivos registros, como el austro-alemán Michael Haneke y el surcoreano Hong Sang-soo.

Muy ligado desde hace varios años a Francia, Haneke contó no sólo con financiación local, sino también con tres leyendas galas como Jean-Louis Trintignant, Emanuelle Riva e Isabelle Huppert para Amour , película que marca un brusco giro en su carrera, pero que al mismo tiempo mantiene la categoría, el rigor y la solvencia de sus anteriores trabajos.

Con Amour , el director de La pianista , Caché-Escondido y La cinta blanca aborda cuestiones delicadas, ríspidas e inquietantes como la vejez, la degradación física y la muerte, aunque, en verdad, el tema principal es el que se alude desde el título.

Resultó conmovedor ver los trabajos sublimes de Trintignant (mejor actor en Cannes 1969 por Z ) y de Riva (quien había estado aquí hace 53 años con Hiroshima mon amour ) como un matrimonio cuya existencia cambia para siempre cuando ella empieza a tener los primeros síntomas de Alzheimer y luego sufre un par de ataques que la van dejando casi sin movimiento primero y sin habla después.

La película empieza cuando el cadáver de ella es descubierto por la policía y los bomberos, porque el eje aquí no es desentrañar el “enigma”, sino exponer -con esa precisión, inteligencia y profundidad tan propias de Haneke- cómo van reaccionando uno y otro (y la hija de la pareja que interpreta Huppert) ante la sucesión de los hechos. Estamos ante una historia dura, claustrofóbica (transcurre de manera casi íntegra dentro del departamento), sin héroes ni mártires, con la verdad con que fluye la vida y la inevitabilidad con que termina.

“No escribo películas para demostrar nada -indicó ayer Haneke en conferencia de prensa-, pero cuando se llega a cierta edad, el sufrimiento inevitablemente te conmueve. Es todo lo que quería mostrar, no hay nada más. Estoy muy contento de haber hecho un film simple.”

Por su parte, Trintignant dijo: “Hace mucho tiempo que no actuaba en una película. Ya no quiero hacer cine y me gusta mucho el teatro. Acepté sólo porque fue Haneke, uno de los mejores directores del mundo, quien me propuso este papel. Pero ya no haré más. Creo que soy mejor en teatro que en cine porque sobre las tablas no me veo. En este film, sin embargo, por primera vez, me dio gusto verme”.

Si en Amour Huppert tiene un papel secundario, en In Another Country , del prolífico Hong Sang-soo, es la protagonista absoluta con no uno, sino tres personajes. El director coreano retoma uno de sus habituales recursos, que es narrar diferentes historias que tienen algunas situaciones, elementos y personajes en común, como si se trataran de variaciones de una misma propuesta.

Huppert interpreta a tres Anas diferentes (puede ser desde una directora de cine hasta una empresaria), mujeres francesas que llegan a un desolado enclave playero en Corea y mantienen relaciones fugaces (y muy cómicas) con gente del lugar: desde otro realizador hasta un guardavidas.

Ligera y alegre, In Another Country presenta a una Huppert descontracturada y sin perder ninguno de sus matices hablando en inglés, con tres personajes que están bastante perdidos y, al mismo tiempo, se dejan llevar por las circunstancias en un rincón del planeta que parece la contracara de su vida en París.

Si el film de Hong Sang-soo se disfrutó por su gracia y su fluidez, la tercera película que se presentó ayer en Competencia Oficial trajo la gravedad del danés Thomas Vinterberg con The Hunt , en la que aborda las consecuencias sociales (un efecto “bola de nieve”) de un supuesto caso de abuso infantil por parte de un maestro jardinero. El protagonista (impecable trabajo de Mads Mikkelsen) es acusado por una niña (que podría estar mintiendo) y todo el mundo -con la excepción de su hijo adolescente- se vuelve en contra suyo. El director de La celebración sabe cómo filmar, pero también cómo manipular emocionalmente al espectador. Así, la historia -inquietante y perturbadora- se convierte por momentos en poco menos que un ejercicio de sadismo.

También hubo novedades argentinas

CANNES.- Con una larga ovación y gente en lágrimas haciendo preguntas al equipo en el Q & A posterior, se estrenó ayer en la sección Quincena de Realizadores Infancia clandestina, de Benjamín Avila. Otro argentino que tuvo su debut en Cannes fue Gonzalo Tobal (premiado aquí antes como cortometrajista) con su ópera prima Villegas, que fue presentada por el director y por sus dos protagonistas: Esteban Lamothe y Esteban Bigliardi.

Hoy, por su parte, será el turno del debut en la muestra oficial Un Certain Régard de Elefante blanco, film de Pablo Trapero, con Ricardo Darín, Martina Gusman y Jérémie Renier (todos presentes en la Croisette), que en sus primeros cuatro días en cartel en la Argentina convocó a casi 150.000 espectadores.

En el Marché du Film, se presentó el proyecto de una película basada en la vida de Héctor Germán Oesterheld, creador de la mítica historieta El Eternauta y desaparecido en 1977. El director será el argentino Gustavo Mosquera (Moebius) y la producción será liderada por el veterano Donald Ranvaud.

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