Foto: Frances Silver
Foto: Frances Silver

Cuando durante la reciente entrega de los premios Golden Globe, el cineasta newyorkino Woody Allen recibió un premio de reconocimiento por su trabajo de una vida, abrió una herida familiar que hace años se había discutido en público: Las acusaciones de abuso sexual por parte de Dylan Farrow, su hija adoptiva. 

Nicholas Kristof del New York Times, ha cedido un amplio espacio en su blog para que Dylan Farrow, por primera vez en su vida, comparta el dolor y el terror del abuso al cual acusa a su padre. 

El Molino Online se toma la libertad de traducir al español la columna. 

Por Dylan Farrow — ¿Cuál es su película favorita de Woody Allen? Antes de responder, debe saber que cuando yo tenía siete años, Woody Allen me tomó de la mano y me llevó a un oscuro ático en el segundo piso de nuestra casa. Me dijo que me acostara sobre el estómago y jugara con el tren eléctrico de mi hermano. Luego me agredió sexualmente. Me hablaba mientras lo hacía, susurrando que yo era una niña buena, que éste era nuestro secreto, prometiéndome que iríamos a París y que yo sería la estrella en una de sus películas. Me recuerdo viendo ese tren de juguete, concentrándome en él mientras daba vueltas alrededor del ático. Hasta el día de hoy, me resulta difícil mirar a los trenes de juguete.

Desde que puedo recordar, mi padre me había estado haciendo cosas que a mí no me gustaban. No me gustaba la frecuencia con que me llevaba lejos de mi mamá, hermanos y amigos para que estuviera a solas con él. No me gustaba cuando él me metía el dedo pulgar en la boca. No me gustaba cuando yo tenía que meterme en la cama con él bajo las sábanas cuando él estaba en calzoncillos. No me gustaba cuando él ponía su cabeza en mi regazo desnudo e inhalaba y exhalaba. Yo me escondía debajo de las camas o encerrarba en el baño para evitar estos encuentros, pero él siempre me encontraba. Estas cosas sucedían con tanta frecuencia, de manera tan rutinaria, tan hábilmente escondidas de una madre que me habría protegido si lo hubiera sabido que yo pensé que era normal. Pensé que así era cómo los padres adoraban a sus hijas. Pero lo que me hizo a mí en el ático se sintió diferente. No pude mantener el secreto.

Cuando le pregunté a mi madre si su padre le hizo a ella lo que Woody Allen me hizo a mí, yo sinceramente no sabía la respuesta. Tampoco sabía el incendio que desencadenaría. No sabía que mi padre usaría su relación sexual con mi hermana para encubrir el abuso a que me sometió. No sabía que iba a acusar a mi madre de plantarme los abusos en la cabeza y la acusaría de mentir al defenderme. Yo no sabía que tendría que contar mi historia una y otra vez, a un doctor tras otro, que me presionaban para ver si yo admitía que estaba mintiendo, como parte de una batalla legal yo no podía posiblemente entender. En un momento, mi madre me sentó y me dijo que no iba a estar en problemas si estaba mintiendo — que podía retractarlo todo. No pude. Todo era cierto. Pero las acusaciones de abuso sexual contra los poderosos se estancan con más facilidad. Había expertos dispuestos a atacar mi credibilidad. Había médicos dispuestos a manipular a un niño maltratado.

Después de que un juez de tutela negara derechos de visita a mi padre, mi madre se negó a presentar cargos criminales, a pesar de los hallazgos de causa probable por el Estado de Connecticut  — debido, en palabras de la fiscalía a  la fragilidad de “niña víctima”. Woody Allen nunca fue condenado por ningún delito. El que haya salido impune con lo que me hizo me persiguió mientras crecía. Me llenó de culpabilidad pensar que ello le permitía acercarse a otras niñas. Me aterrorizaba que un hombre me tocara. Desarrollé un trastorno alimentario. Comencé a cortarme . Ese tormento se vio agravado por Hollywood. Todos menos unos pocos (mis héroes ) se hicieron los de la vista gorda. La mayoría encontró más fácil aceptar la ambigüedad  de decir “¿quién puede decir lo que pasó”  y fingir que no pasóa nada. Actores lo elogiaron en entregas de premios. Los canales lo pusieron en la televisión. Los críticos lo pusieron en las revistas. Cada vez que veía la cara de mi abusador — en un cartel, en una camiseta, en la televisión — la única manera para mi de ocultar mi pánico era encontrar un lugar para estar solo y desmoronar,e.

La semana pasada , Woody Allen fue nominado para su último Oscar. Pero esta vez, me niego a desmoronare. Durante mucho tiempo, la aceptación a Woody Allen me hizo callar. La veía como un rechazo personal, al igual que los premios y galardones eran una manera de decirme que me callara y me fuera. Pero los sobrevivientes de abuso sexual que se han acercado a mí — para apoyarme y para compartir sus temores de denunciar, de ser llamados mentirosos, de que les digan que sus recuerdos no son sus recuerdos — me han dado una razón para no permanaecer en silencio, aunque sólo sea para que otros sepan que ellos tampoco tienen que permanecer en silencio tampoco.

Hoy me considero afortunada. Estoy felizmente casada. Tengo el apoyo de mis increíbles hermanos y hermanas. Tengo una madre que encontró dentro de sí misma una fuente de fortaleza que nos salvó del caos que un depredador trajo a nuestra casa .

Pero otros todavía viven asustados. vulnerables, y luchando por encontrar el coraje para decir la verdad. El mensaje que envíe Hollywood es importante para ellos.

¿Y si hubiera sido tu hija, Cate Blanchett? ¿Louis CK ? ¿Alec Baldwin? ¿Y si hubieras sido tú, Emma Stone? ¿O tu, Scarlett Johansson? Me conociste cuando yo era niña  Diane Keaton. ¿Te has olvidado de mí?

Woody Allen es un testimonio vivo de la forma en que nuestra sociedad le falla a los sobrevivientes de asalto sexual y abuso.

Así que imagine a su hija de siete años de edad, siendo llevada a un ático por Woody Allen. Imagínela que pasará toda una vida sintiendo náuseas ante la mera mención de ese nombre. Imagine un mundo que celebra a su torturador .

¿Esta imaginando esto? Ahora, ¿cuál es su película favorita de Woody Allen?

Artículo en inglés

Foto via NYT