Derrame en Colombia Pozo Lizama Por. Luis F. Parra París — Desafiando todas las prevenciones y temores de lo que significa protestar en Colombia, país donde, aún después de suscrita hace casi ya un año la paz con la principal fuerza guerrillera del continente, las FARC, la violencia se sigue ensañando contra lideres defensores de los derechos humanos y del ambiente, un importante grupo de organizaciones civiles y comunitarias convocó el pasado 26 de marzo a una protesta ciudadana por lo que se considera la mayor catástrofe ambiental del país en toda su historia: el derrame de miles de barriles en el pozo petrolero Lizama 158, en cercanías de su principal enclave petrolero, Barrancabermeja, y que se encontraba fuera de operación desde hacía más de 10 años. La estatal petrolera, que había sido advertida desde hace mucho tiempo sobre el riesgo en que se encontraba este pozo, adujo problemas de presupuesto para intervenirlo oportunamente, y, a la fecha de esta nota, ya había expulsado miles de barriles sobre las fuentes de agua de la región: la quebrada la Lizama, Caño muerto y el Rio Sogamoso, afluente este del principal río colombiano, el Magdalena.

En tanto la situación, que llevaba casi un mes oculta para los colombianos, salió a flote por los problemas de salud en la población que se abastece de esas fuentes para sus acueductos, ahora contaminados, la inmensa mortandad de peces en una región que se alimenta de este recurso y la afectación irrecuperable de la flora.

Ante esta situación, centenares de ciudadanos de la capital del país, Bogotá, jóvenes y niños y organizaciones ambientalistas se congregaron al frente de las instalaciones del Ministerio del Ambiente, exigiendo, además de la inmediata solución a las causas que originaron el desastre, la mitigación del daño ambiental en la región, un apoyo económico para los habitantes afectados, y sobretodo, la salida del Ministro de medio Ambiente y otras autoridades del sector de hidrocarburos. Así mismo, se manifestaron y exigieron la prohibición del fracking en el país, donde ya se está implementando pruebas no convencionales de manera poco transparente, así como la puesta en marcha de medidas y proyectos que pongan fin a la dependencia que la economía tiene del petróleo.

En tanto, el problema no fue suficientemente difundido por la prensa nacional y local, y las autoridades de control no parecen tomar muy en serio el problema, la protesta podría subir de tono en las próximas semanas, a la par con la cuantificación del irreparable daño causado.