Más allá de las gesticulaciones de los dos principales actores del choque entre Argentina y España a raíz del anuncio de Cristina Fernández de nacionalizar el 51 por ciento de las acciones de la petrolera española YPF, no hay razón para pensar que los flujos de capitales hacia la región se desvíen, escribe Braulio Moro en Radio Francia Internacional.
Si el riesgo fuera mayor, agrega, ya las empresas españolas, firmemente implantadas en territorio, “estarían ya haciendo maletas”, dice.
La decisión de la presidente argentina, ha provocado una “andanada de acusaciones cruzadas entre Madrid y Buenos Aires –retomadas sin distancia por la prensa de ambos países”.
Pero más allá de las acusaciones hay una realidad ineludible, agrega.
“América Latina no debería ponerse nerviosa por las repercusiones que pueda tener esta expropiación porque el crecimiento de las economías latinoamericanas en lo que va de este siglo ha generado una cauda de inversiones extranjeras en busca de oportunidades”.
¿Ejemplo? Bolivia: “El Estado Plurinacional de Bolivia, que en 2006 nacionalizó los hidrocarburos, recibió desde entonces más de 6 mil millones de dólares de inversión extranjera, y la tendencia es al alza”, dice, basado en datos de la CEPAL.
Y la República Bolivariana de Venezuela provee mayor contraste, dice. “Entre 2000 y 2005 hubo un importante ingreso, bajó en 2006 pero volvió a crecer en 2007 y 2008, y cayó de nuevo en 2009 y 2010 (último año del que se dispone de cifras detalladas)”, de la inversión extranjera.
“Fuera de los tres principales países de la región que históricamente han atraído el grueso de la inversión extranjera (Brasil, México y Argentina), otros como Colombia, Perú o Chile son ya importante destino de esos flujos — más allá del color político del Gobierno de turno”.
Algunas naciones, dice, han ofrecido a los inversionistas extranjeros “seguridad jurídica”.
Pero otros países, como Brasil, han rechazado hasta ahora esa opción, lo que no ha impedido que el gigante sudamericano sea el principal destino de las citadas inversiones, dice.
Plus ça change, plus c’est la même chose.
