Este 14 de noviembre se cumple el centenario de la publicación de “A la recherche du temps perdu”, obra clave en la literatura francesa y universal del siglo XX.
Construir esta obra (el autor decía una novela es como una catedral) tardó entre 1908 y 1922 (sin contar el tiempo que le tomó acumular las memorias que allí plasma) y agotó a Marcel Proust, señorito y observador de la alta sociedad parisina durante décadas, hasta su muerte.
Mezcla esta novela la psicología, la sociologíá, el cambio de dos épocas, el humor, con un magistral manejo del lenguaje y la técnica creativa a medida que el narrador recoge su vida para ver por última vez, y desde una óptica matizada con la sabiduría de los años, su vida.
Desde el impacto de la tecnología (el teléfono), hasta la moda, la cocina, el transporte, el ocio muestra cómo vivían los franceses ricos en una treintena de años que culmina con la Primera Guerra Mundial.
“Esta novela abre la modernidad. Son 3,000 páginas de situaciones, personajes, épocas y lugares, en las que el autor, a partir del recuerdo de una magdalena mojada en una taza de té, parte a la búsqueda de su memoria. Es la búsqueda del hombre moderno, es la búsqueda del propio autor”, explicó a María Carolina Piña de Radio Francia Internacional la profesora Rosa de Diego es especialista de literatura francesa y de la obra de Marcel Proust en la Universidad del País Vasco.
Publicada de 1913 a 1927, “A la recherche du temps perdu” apareció en siete tomos en comenzando con “Por el camino de Swann”, seguido por “A la sombra de las muchachas en flor”, “El mundo de Guermantes”, “Sodoma y Gomorra”, “La prisionera”, “La fugitiva” y “El tiempo recobrado”, novelas que Proust fue modificando incesantemente hasta en su lecho de muerte.
El primer tomo de “En busca del tiempo perdido” fue rechazado por varios editores, entre ellos Gallimard, pero luego fue publicado por Grasset, el 14 de noviembre de 1913, pero por cuenta del autor.
Entrevista Radio Francia Internacional