TexteandoAsí como don Manuel Antonio Carreño enseñó a varias generaciones a “no molestar”, en la era digital hay que aprender “a no interrumpir”.

Es la exigencia de los cambios en la interacción social producidos por la saturación de las comunicaciones electrónicas, que a su vez han traído drásticas transformaciones en los cánones de la etiqueta, escribe Nick Bilton en el New York Times. 

Es una nota que vale la pena leer — al menos que quiera cometer (o seguir cometiendo) serios errores en sus relaciones que le pueden presentar como un bárbaron

No se le vaya a ocurrir, por ejemplo, pedir indicaciones de cómo llegar a un sitio — para eso está Google Maps.

Ni piense en dejar un mensaje en una máquina: muchos no los escuchan y otros, según indica el Times, no los responden porque para ese tipo de comunicación están los mensajes por texto.

Tampoco escriba un correo electrónico que solo diga “gracias”.

Es mala educación en la medida que interrumpe las ajetreadas y trajinadas vidas de la era moderna.

No es esta la primera vez que este tipo de cambios en la etiqueta tienen lugar como producto de una invención tecnológica, señala.

A finales de la década del 1870, cuando recién se había inventado el teléfono, la gente no sabía cómo saludar a la persona que llamaba. Con frecuencia, solo había silencio. Alexander Graham Bell, el inventor, sugirió que se dijeran “¡Ahoy!”. Otros propusieron, “¿Qué es deseado?”. Eventualmente ganó, “Hello”.

En las sociedades tradicionales, los jóvenes aprenden de los mayores.

Pero este es un ejemplo claro de cuando los viejos aprenderán de los jóvenes.

 

 

Artículo en inglés 

Foto cortesía mongo gushi via flickr