A los 48 años de muerte de KennedyJames Pierson publica en The Daily Beast un ensayo sobre la construcción y las imprevistas consecuencias del mito de Camelot, encarnación de la presidencia de John F.Kennedy, que ha bañado en un resplandor de idealismo los pocos años y menos logros del presidente estadounidenses asesinado hace medio siglo.

Poco después del funeral estatal, dice Pierson, Jacqueline Kennedy, la glamorosa viuda del presidente invitó al periodista Theodore White al complejo de los Kennedy en Hyannis, Massachussets, para una entrevista para la revista Life.

En esa entrevista, la señora Kennedy presionó a White la imagen de Camelot que resultaría tan influyente en la formación de la memoria colectiva de JFK y su administración. Al presidente Kennedy, ella dijo al periodista, le encantaba la música de la popular obra de Broadway “Camelot” cuya letra había compuesto Alan Jay Lerner, compañero de clase de John F. Kennedy en Harvard.

En Camelot, el Rey Arturo se presenta como un hombre de paz que intenta infructuosamente dominar el guerrerismo de la humanidad. 

Según Jacqueline Kennedy, a su difunto esposo le atraía especialmente la leyenda de Camelot porque él era un idealista que consideraba que la historia la hacían los héroes.

“Habrá otros presidentes”, le dijo a White, “pero nunca habrá otro Camelot”. De esta manera, y hay que darle crédito por ello, la señora Kennedy quiso dar un mensaje moralmente edificante a uno de los eventos más lamentables en la historia de EUA”.

Agrega Pierson que inicialmente los editores de Life rechazaron la idea de Camelot, pero a insistencia de la señora Kennedy se mantuvo en el texto que saldría a más de 30 millones de lectores en la edición de diciembre 3, 1960 de Life.

White escribió más tarde que lamentaba el papel que jugó en transmitir el mito de Camelot al público.

Nota Pierson la ironía en la atracción para Jacqueline Kennedy de un mito central para la conciencia de Inglaterra, en el primer presidente irlandés de EUA.

Además,

Es digno de admirar a la señora Kennedy por su hábil manejo de las imágenes en los dificultosos días que siguieron la muerte de su marido. Nuestra visión retrospectiva del presidente Kennedy se filtra a través de las leyendas y símbolos que se erigieron en ese momento. El político empecinado comprometido con el progreso paso a paso se transformó a su muerte en el liberal idealista consumado. El líder de la Guerra Fría, que estaba dispuesto a “pagar cualquier precio para asegurar la supervivencia de la libertad” fue posteriormente presentado como un pacificador idealista en la imagen de The Once and Future King.

Jacqueline Kennedy, sin intentarlo y comprender las consecuencias creó una interpretación de la vida y muerte de John F. Kennedy en que se magnifican las consecuencias de su asesinato sin dejar a sus sucesores un legado, concluye James Pierson.

Artículo en inglés

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